Sr. Director:
Se puede tenerlo todo y no tener nada, y se puede, sin tener nada, tenerlo todo. Por supuesto que no me refiero al sentido material, sino al moral, al espiritual. La persona humana está compuesta de cuerpo y alma, es una unidad indisoluble, son enemigos irreconciliables pero inseparables. Se pueden tener muchos bienes materiales: riqueza, poder, etc. pero no tener nada, porque falta el origen de donde vienen todas las cosas, es decir: falta Dios. Ese Dios Omnipotente Creador de cuanto existe, que se hace presente entre nosotros mediante el envío de su Divino Hijo, Jesucristo, y esta Fe es el tesoro más preciado que puede poseer el creyente.
No tenemos nada ni somos nada, pero si nos entregamos a Jesucristo, que es nuestro Dios y Señor, y como Él es el Todo, nuestra nada unida a su infinito Ser, participa de esa Vida Divina, y nuestra nada encuentra esa totalidad, que sin tener nada, nos hace capaces de realizar grandes proezas, porque no somos nosotros, es Jesucristo el que las hace a través de nuestro. Por ejemplo, este escrito no es obra mía, sino que Cristo se sirve hasta del más pecador, para que de testimonio de Él. Este tema que es el que da sentido a la vida humana, no es muy conocido en esta sociedad materializada, la cual a pesar de poseer tantos bienes materiales, no tiene nada. Aunque parezca un “pesado” un “plomo”, no puedo callar, tengo que insistir. Pues Cristo nunca se cansa de esperarnos, clavado en la Cruz y Vivo y Presente en el Sagrario.