Sr. Director:
El Presidente de la Generalitat volvía a la carga. La proximidad del 11S, una Diada que parece le costó arrancar, y la Sentencia del Supremo, le daban alas, de nuevo, para proclamar a los cuatro vientos que la independencia no es solo un deseo, sino una amenaza. “Si se condena a nuestros compañeros, actuaremos en consecuencia”. Lo decía en Madrid, durante un desayuno celebrado en el lujoso Hotel Villamagna de la capital de España.
Torra sabe que el bloque que dice representar está agrietado y que el independentismo o soberanismo se enfrenta a una quiebra interna que deberá resolver antes o después. No se trata solo de las diferencias con ERC, sino de las diferencias más que notables dentro de su propia fuerza política. Y algo más. Torra sabe que la sombra de unas elecciones autonómicas planea sobre su Gobierno. Algo que no está claro que favoreciera los intereses de Puigdemont y los suyos.