Cartas al director
Una Europa apóstata se destruye a sí misma
Sr. Director:
A Europa le salvó del Islam el cristianismo combatiente.
Por el norte fue La batalla de Kahlenberg, que tuvo lugar en Viena los días 11 y 12 de septiembre de 1683, después dos meses de asedio por tropas del Imperio otomano. La batalla se libró en la montaña de Kahlenberg (actualmente Leopoldsberg) en las afueras de Viena, entre las fuerzas combinadas del Sacro Imperio Romano Germánico y la Mancomunidad de Polonia-Lituania (Liga Santa) contra el Imperio otomano y sus vasallos europeos.
La batalla marcó el principio de la hegemonía de los Habsburgo en Europa Central y el Sacro Imperio Romano Germánico y el comienzo del declive del Imperio otomano en Europa. Por el sur en Lepanto se enfrentaron la armada del Imperio otomano contra la de una coalición católica, llamada Liga Santa, formada por el Reino de España, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya. A pesar de ser una alianza, de las 315 embarcaciones cristianas 164 eran españolas.
Los católicos, liderados por Juan de Austria, resultaron vencedores, y se salvaron solo treinta galeras otomanas. Se frenó así el expansionismo otomano en el Mediterráneo oriental durante algunas décadas y se provocó que los corsarios aliados de los otomanos abandonaran sus ataques y expansiones hacia el Mediterráneo occidental.
Ahora Europa escupe de forma apostata sobre su pasado cristiano. La otrora Europa cristiana es la defensora del aborto (considerado un derecho); de la Eutanasia (la eufémistica vida completada); de la Homosexualidad como familia alternativa, (algo insólito en la historia de la humanidad), del transexsualismo (incluso de los niños a los que ya se permite tratar con hormonas); de la pedofilia a las puertas (varias asociaciones legalizadas en Holanda); de la blasfemia (amparada bajo la diosa libertad de expresión); de la drogadicción legal; del suicidio asistido, de la anticoncepción (salvo los musulmanes) y últimamente del incesto (cuya legalización acaba de proponer el partido liberal sueco)... la otrora Europa cristiana es hoy la mierda más podrida que puede soportar un hombre de conciencia medianamente formada.
Aunque los neocristianos, o sea nosotros, vamos tragando con toda esta podredumbre, podríamos detenernos a pensar, a reflexionar, hasta qué punto no es entendible que "otros" en este caso el Islam nos consideren la gran puta o la ramera del apocalipsis…. hasta qué punto el vacío moral en el que estamos hundidos, no permitirá cargar de razones fáciles al Iman de la mezquita de turno, para decir... ¿veis hijos?... Acabemos con estos... nosotros no estamos podridos; nosotros tenemos un código moral, no vamos por libre... acabemos definitivamente con ellos.
Se estudia en Antropología filosófica, que el hombre no puede subsistir sin religión... Cuando su moral se diluye (como le ocurrió a Roma) otra viene a ocupar su lugar. Curiosamente nuestras catedrales europeas (ahora museos de pago) les siguen recordando nuestro pasado cristiano y se sienten fuertes y poderosos al ver a lo que hemos llegado... a escupir sobre la cruz que nos hizo grandes....eso les da legitimación para creer que su religión era la verdadera y será impuesta en Europa.
El Consejo Consultivo Muyahidin dice en un comunicado colocado en internet: "Les decimos a los adoradores de la cruz que continuaremos nuestra Yihad y nunca nos detendremos hasta que Dios nos avale para cortar su cuello y enarbolar la bandera del Islam hasta gobernar en todos los pueblos y naciones" Sólo entonces lo único aceptable será la conversión o la muerte por la espada".
En definitiva a pesar de nuestra apostasía general, y de quitar a Dios de nuestras leyes y vida pública, para otros hay una guerra de religión pendiente que con la fractura moral que arrastra Europa nunca podrá ganar, porque los pueblos que tienen diferencias ideológicas se conciertan en una moral común.....y lo de ahora no es moral sino aberración. Por eso Europa está en Abismo,
Siempre nos quedará Rusia...
Juan Ignacio Moreno-Luque
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