Sr. Director:

Tras el cierre de cada jornada electoral brotan los especialistas en «urnitomancia» o arte adivinatoria del auténtico significado de los votos según su vuelo hacia las urnas. Un arte absolutamente fiable si atendemos a la firmeza que muestran los sesudos «urnitólogos» en sus públicas elucubraciones, singularmente creativas en dos cuestiones: el sentimiento colectivo de los votantes y la propiedad partidista de los votos.

En cuanto a la primera, admirables son las sentencias de los urnitólogos del tenor: «lo que los votantes en realidad han querido manifestar con sus votos al partido X es que... Y además al  votar a X, lo que buscan es que se alíen con...». Nos descubren así que tras los votos individuales al partido X se oculta una intención colectiva de sus votantes y hasta sus preferencias sobre posibles alianzas electorales, consecuencia de una secreta concertación previa de todos los votantes. 

Y respecto a la propiedad de los votos, asombrosa es la facilidad con que determinan el partido propietario de cada voto en la urna, y al que regresará pasado un tiempo, con independencia de sus erráticos revoloteos electorales. 

Fantástica la magia oculta de las urnas que nos desvelan los urnitólogos.

Como apasionante también resulta observar el vuelo de cuchillos que existe en la sede de algunos partidos, pero esa es otra historia...