Sr. Director:
No es un misterio que el régimen turco abandonó hace bastante tiempo la doctrina de Mustafá Kemal Ataturk, que quiso hacer de Turquía un Estado moderno y europeo. Erdogán es un radical islamista, aliado con los otros extremistas afines de la región, incluyendo a la dictadura de Azerbaiyán. Sin embargo, Ankara tiene el problema de que entre ellos y el petróleo azerí hay una muralla cristiana: Armenia. Los armenios fueron el primer país del mundo en declarar al cristianismo como religión oficial, en el año 301. Desde entonces han sido un verdadero "centinela del oriente" resistiendo en la fe durante siglos, pese a la amenaza y hostilidad de paganos, musulmanes y soviéticos que les han sometido. Pues bien, este pequeño pueblo cristiano de las montañas casi fue exterminado en la primera guerra mundial, cuando fue víctima del primer genocidio de la historia. No se sabe la cifra exacta, pero al menos un millón de armenios fueron exterminados por los otomanos, que se aseguraron así tierra de sobra para su propio "espacio vital". Hoy, la dictadura de Azerbaiyán, instigada por Turquía, ha invadido la República de Artsaj, también conocida como Nagorno-Karabaj. Es un pequeño país independiente, democrático, y de población armenia y cristiana. Una invasión contra un pueblo cristiano, el primero en el mundo que aceptó oficialmente a Cristo. Invasión liderada por una dictadura, con armas entregadas por Turquía, y con mercenarios islamistas, según ha informado la misma Rusia. Y Europa calla , una vez más, frente al peligroso fundamentalista turco Erdogan. ¿Repetiremos el genocidio turco de 1920 contra los armenios? ¿Acaso el petróleo azerí vale más que la vida y derechos de los armenios cristianos?