Sr. Director:
Según los puntos innegociables acordados entre PP y Ciudadanos parece que, con independencia del trasero que al final caliente el sillón del Gobierno en Andalucía y de previsibles mejoras en la gestión económica, en trascendentales asuntos seguirán vigentes las bases ideológicas que marcan la férrea senda del pensamiento políticamente correcto. La ausencia desde hace años de una necesaria batalla cultural ha facilitado que acabe imponiéndose una única visión “progresista y de género” que, junto a una sesgada manipulación de nuestra historia más reciente, se difunde a través de un amplio abanico de medios de comunicación y multitud de organismos e instituciones públicas y privadas. Un pastiche de ideas materialistas y marxistoides entreveradas de un ultra feminismo irracional que, marginando cualquier principio transcendente, han ido configurando gran parte de la mentalidad ciudadana actual como si se tratasen de inapelables dogmas. Y ello explica la visceralidad, no exenta de histrionismo, que ha suscitado la irrupción electoral de un partido que se atreve a refutar esas, hasta ahora, incuestionables verdades; esas que sustentan a no pocos de sus airadísimos guardianes.