Sr. Director:
Quemar iglesias es una expresión de brutalidad bien conocida. Y es que nada bueno puede construirse sobre los cimientos del odio. Me parece muy importante que la sociedad chilena tenga el coraje de repudiar sin fisuras esta violencia que ahora ha afectado a la Iglesia católica, una realidad entretejida con la sociedad chilena, pero que amenaza con arrasar la concordia y las libertades de toda una nación.
Las legítimas opiniones de cada cual deben expresarse pacíficamente mediante el voto, y no bajo las presiones de la fuerza y menos de las del terror.