Sr. Director:
Tras la triste recuperación del cadáver de una de las niñas supuestamente asesinadas en Tenerife por su padre, comenzaron a explicarnos desde todos los medios que estábamos ante un caso de «violencia vicaria»: un tipo de violencia machista en el que los maltratadores instrumentalizan a los hijos de las víctimas para ocasionarles más dolor. Una más que discutible expresión, ya que el término vicario, si bien lo define el Diccionario primeramente como «Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye»; en el resto de acepciones y en su uso común suele aplicarse al ámbito clerical.
La automática adopción de esta nueva expresión demuestra la sorprendente facilidad con que asumimos la ideologizada semántica generada por el influyente lobby progresista feministoide. Como de hecho ya sucede con la palabra «negacionista», que ahora extienden sin piedad a quienes no comulguen con las ruedas de molino que pretendan imponernos en cada momento.
Por cierto, el mismo día que nos adoctrinaban con lo de «violencia vicaria», se detuvo en un pueblecito de Barcelona a una madre que confesó haber matado a su hija para vengarse de su expareja. Suceso que no recogerían los programas que se estaban ocupando exhaustivamente de aclararnos que la violencia vicaria era un tipo de violencia... machista.