Sr. Director:
Todo lo que viene ocurriendo en el mundo alrededor de los movimientos migratorios por razones, políticas, económicas o incluso religiosas representa uno de los fenómenos humanitarios más complejos y dificultosos de afrontar para cualquier gobierno.
Desde hace ya demasiados años cientos de miles de hombres, mujeres y niños subsaharianos y del Magreb se aventuran a sufrir largas travesías por el desierto que terminan en un dramático o trágico viaje en pateras o cayucos, que las mafias se encargan de abarrotar, para alcanzar el destino dorado que representa el suelo europeo.
Miles de ellos también alcanzan nuestras fronteras terrestres de Ceuta y Melilla con Marruecos, dejándose a veces la piel en sus muros de alambres en un espectáculo dantesco y humillante. Lo normal viene siendo que cuando el Estrecho se cierra para los negreros traficantes de seres humanos, los reconducen hacia los cayucos, que reciben la “mercancía” de barcos nodrizas para transportarlos desde las costas africanas hasta la proximidad de las Islas Canarias.
En esta ocasión el desbordamiento y la avalancha se ha producido en el municipio canario de Arguineguin, donde hemos podido contemplar el hacinamiento en el propio muelle de 8.000 inmigrantes que han superado ampliamente su capacidad de acogida, motivando la desesperación de las propias autoridades locales encabezadas por su alcaldesa, que pedía desesperada e inútilmente la atención del gobierno de Pedro Sánchez para que afrontara también la grave situación humanitaria que se había originado.
Pero la reacción de este gobierno que padecemos no ha podido ser más torpe y en cierto modo original por la forma inusual de proceder por parte de un Estado miembro de la Unión Europea. En la ceremonia de la confusión a la que ya nos tiene habituados esta charanga gubernamental, tal parece que han inventado un nuevo modelo de transporte en forma de “vuelos pateras” que en este caso trasladan a los inmigrantes desde Canarias a distintos aeropuertos nacionales.
¿Quién paga los billetes de estos pasajeros “atípicos” en vuelos comerciales? ¿Quién los provee de documentación falsa para viajar? ¿Quién les autoriza a saltarse los confinamientos impunemente? ¿Quién controla su movilidad transfronteriza? ¿Qué reacción tienen las instituciones europeas ante estos “vuelos pateras” en el territorio de la Unión?, estas y más preguntas deberían hacerlas quienes tienen la obligación de controlar al gobierno, porque nos las hacemos millones de ciudadanos españoles.
Que, por ejemplo, el gobierno de la Junta de Andalucía no haya tenido conocimiento del traslado por vía aérea de 200 inmigrantes ilegales a la capital granadina y que el propio Alcalde de Granada haya manifestado públicamente que “Marlaska ha soltado a los inmigrantes sin estructura ni aviso” y que no tiene “ni idea” de donde están los inmigrantes, sin que ni siquiera se les ha hecho los PCR, es un hecho de tal gravedad que no se puede mitigar solamente con la petición de dimisión del Ministro del Interior. ¿Por qué no la del Ministro de las Migraciones o la del revolucionario Vicepresidente de Asuntos Sociales?
¿Qué diferencia hay entre llegar en pateras, dirigidos por las mafias, a nuestras costas y luego abandonarlos para que residan y transiten en territorio español o europeo con que se les traslade en uno o varios vuelos fantasmas desde Canarias hasta un aeropuerto peninsular como los de Granada, Valencia o Alicante para dejarles después circular libremente sin ningún tipo de control sanitario o policial?
¿Es normal que en estos dramáticos momentos por los que estamos atravesando, en los que el ciudadano español de a pie está sufriendo severas restricciones de confinamiento y de movilidad y en los que cientos de miles de compatriotas están padeciendo agobios económicos, incluso alimentarios, que vean al mismo tiempo en los medios de comunicación y en las redes sociales como, a quienes entran irregularmente en España, se les provee de alimentos, dinero, ropa y dicen que hasta de móviles? ¿No es normal que produzca alarma social el oscurantismo y la confusión que origina el propio gobierno?
Estamos padeciendo ya los irresponsables y peligrosos desencuentros con Marruecos como consecuencia de las inoportunas y torpes declaraciones del vicepresidente chavista Iglesias sobre el delicado asunto del Sahara antes de un viaje oficial de nuestro gobierno a aquel país. ¿No es Marruecos quién tiene tradicionalmente la capacidad de presionar política y económicamente las fronteras de Ceuta y Melilla? ¿Acaso no es Marruecos quién trata de solapar el límite de las aguas territoriales del sur de Canarias con claras intenciones expansionistas?
Este gobierno pro republicano y filochavista está demostrando una absoluta incapacidad para enfrentarse al difícil problema de la inmigración ilegal y ese mismo desasosiego que padecemos se eleva a nivel internacional, ya que a nivel europeo, es la constatación de que el Estado español no tiene ninguna política definida en este ámbito y lo que es peor aún, encrespa las relaciones con un país que como Marruecos, es una pieza clave para la defensa de los intereses españoles y europeos en el campo de las migraciones procedentes de África. ¿Recibiremos de nuevo una reprimenda de nuestros socios comunitarios por los “vuelos patera”?