En tres años, CCOO y UGT piden que los salarios suban un 13,5%, es decir, un 5% para el finiquitado 2022, un 4,5% para 2023 y un 3,75% para 2024. ¿Es mucho? No, dada la evolucion de los precios, aunque no hay que ligar de forma automática salarios e inflación.
Ahora bien, la trampa está en lo de siempre: cuando los sindicatos piden esa subidas saben que, de forma automática, eso supone una subida tanto del IRPF como de las cuotas sociales. En definitiva, los costes laborales reales para la empresa son muy superiores a los que aparecen sobre el papel y si los beneficiarios de la subida son los trabajadores pues muy bien. Pero resulta que el otro beneficiario, en similar cuantía, es el Estado. Así que si el Gobierno asegura preocuparse tanto por los trabajadores, sobre todo por los que cobran el salario mínimo, lo que debería pedir es subidas de sueldo y, al mismo tiempo, reducción de impuestos, sobre todo de los impuestos laborales.