Celsa se ha convertido en otro ejemplo de empresa estratégica que acaba en manos de vergonzosos fondos extranjeros... por culpa de la deuda. En este caso: el banco alemán Deutsche Bank; los fondos estadounidenses SVP, Cross Ocean, Anchorage, Golden Tree y Sculptor (ahora propiedad del fondo Rithm Capital); el fondo británico Attestor y el enorme grupo de banca de inversión y de valores estadounidense Goldman Sanchs.
Todos ellos han actuado al estilo de Apollo, uno de los fondos más especulativos del mundo que fue fundado por Leon Black, quien inventó el loan to own (préstamo con opción a compra) que hoy imitan otros muchos fondos. Se trata de comprar deuda de una empresa para luego forzarla a renegociarla, siempre al alza, pero si la compañía no logra pagar dicha deuda, al final se quedan la empresa y en muchos casos la acaban troceando y vendiendo, según el ‘esquema Villalonga’ (ya saben, el que aplicó Juan Villalonga cuando presidía Telefónica, bajo el principio infundado y anglosajón de que la suma de las partes vale más que el todo).
En Celsa, los citados fondos extranjeros entraron en 2017, cuando la banca acreedora se plantó y les pasó la deuda,... y ahora han acabado haciéndose con la siderúrgica catalana y una de las mayores de España, tras ArcelorMittal y Acerinox, en un juzgado, que ha aprobado el plan de restructuración. Así, la familia fundadora, los Rubiralta, saldrá de la compañía y el Gobierno no lo impedirá, aunque exige un socio industrial español con un 20%. Mientras Francesc Rubiralta Rubio se resiste a perder y hasta recurre a los partidos nacionalistas, pero poco podrá hacerse ante la decisión judicial.