La primera y casi inmediata consecuencia del 9-J -más de la misma decadencia europea- es que el euro se ha depreciado frente al resto de monedas, principalmente frente al dólar, moneda principal.
Y es que la confusión en Europa es máxima. El espantajo de la ultraderecha, lanzado por el progresismo europeo, tanto de izquierdas como de derechas, se ha convertido en norma así que, como ya hemos dicho en Hispanidad, en el Viejo Continente se margina todo lo que suene a cristiano... siendo que fue el cristianismo el que creó Europa. Ya saben: la gente de fe es de extrema derecha y, encima, no se distingue entre la derecha cristiana (Meloni o Vox) y la derecha pagana (Le Pen o Alternativa por Alemania).
En definitiva la degenerada democracia cristiana europea, la degenerada socialdemocracia europea los liberales mercantilistas y los verdes pestiño, es decir, los que controlan la Unión Europea desde hace un cuarto de siglo, se han unido para seguir controlando la Unión Europea.
Ahora bien, esa coalición tiene el problema mismo de la actual Europa: que es una contradicción en sus propios términos -ejemplo, liberalismo y socialismo son antitéticos- y que es más de lo mismo, eurocracia bruselina, forrada gracias a nuestros impuestos, algo de lo que la gente está más que harta.
Por el Europeo medio, la gente de fe es de extrema derecha y, encima, no se distingue entre derecha cristiana (Meloni o Vox) y derecha pagana (Le Pen o Alternativa por Alemania)
La primera reacción de los mercados financieros ha consistido en vender, en depreciar el euro. Pero como el poder -democristiano, socialista, verde y liberal- lo ha interpretado en el vaso de su previa deformación, como que los mercados repudian a la extrema derecha, han reaccionado según la utilísima táctica habitual: ¿no quieres caldo? Toma dos tazas. Es decir, un cordón sanitario contra la pérfida ultraderecha. Como si el euro se fuera a depreciar si la llamada extrema derecha llegar al poder en Bruselas... ¿a que no?
No hombre, no. El euro se deprecia porque los mercados perciben que el triunfo de alguien tan maleable e ideológicamente líquido como Ursula Von der Leyen significa que no se impondrán barreras comerciales. Eso no resultaría globalista y doña Ursula, como buena alemana sabe quiénes son sus amos, los estadounidenses- y eso sí que le gusta a los mercaderes.
También los chinos, árabes e indios, gente que produce más barato aunque produzcan chapuzas necesitan a gente como Ursula, como los democristianos y socialistas europeos, para quien la menor barrera comercial para favorecer su industria ante el 'dumping' oriental, resultaría un atentado contra la democracia.
Si Europa optara por re-industrializarse, otro gallo nos cantaría. Pero ahora los muy progres, de izquierdas y de derechas, que nos gobiernan aseguran que la industria daña al planeta, y los chinos está felices: no os preocupéis, europeos, nosotros contaminamos fabricando todo lo que necesitéis y así tendréis la conciencia tranquila: ¡estos europeos son estúpidos pero muy simpáticos!, concluyen en Nueva York y en Pekín.
Pero esto esto no es peligroso. Lo peligroso es la ultraderecha y los euroescépticos: di que sí, democristiana Úrsula.
En resumen, la confusión máxima reina en Europa tras el 9-J, un continente desprestigiado a los ojos del mundo por su actitud apocada... como apocada resulta la actitud de los cristianos del siglo XXI. Un continente creado por la Cruz de Cristo, que mismamente, enseñó la mundo el derecho a la vida, basamento de reto de derechos, y ahora consagra el derecho al aborto. Y una de las consecuencias de todo ello, no la más importante, pero muy visible... es que el euro se deprecia.
Mírenlo de otra forma: la alianza entre democristianos, socialistas, liberales y verdes dispara el globalismo. Es la mejor forma de que Oriente -China, India y el Golfo Pérsico- colonicen al Viejo Continente. Ahora, menos mal, Ursula Von der Leyen anuncia aranceles al coche chino. Algo es algo, pero no es suficeinte. O frenamos la entrada de productos chinos, indios y árabes o Europa se convertirá en una colonia.
La Europa de socialistas y democristianos es una Europa acomplejada, con el virus del guerracivilismo inoculado en su misma esencia. ¿O acaso los progres franceses que se han echado a la calle al grito de "quememos a los votantes de Le Pen" no se hacen llamar Frente Popular?
Aún hay algo más cachondeable: para el europeo medio, la gente de fe es de extrema derecha y, encima, no se distingue entre derecha cristiana (Meloni o Vox) y derecha pagana (Le Pen o Alternativa por Alemania). Es decir, que la Europa que resiste a la ultraderecha, socialistas y democristianos, principalmente, es una Europa acomplejada, masoquista y ligeramente idiotizada, con el virus del guerracivilismo inoculado en su misma esencia. En esto, sí que Sánchez es maestro de Europa. ¿O acaso los progres franceses que se han echado a la calle al grito de "quememos a los votantes de Le Pen" no se hacen llamar Frente Popular?