Se acusa a José Borrell, actual ministro de Exteriores de la Unión Europea de no ser lo suficientemente duro con lo que sus excompañeros de Gabinete podemita califican como genocidio israelí con los palestinos. Quienes dicen esto parecen olvidar que Pepe Borrell se casó, en primeras nupcias, con la judía francesa de origen judío Carolina Mayeur, y con ella, madre de sus dos hijos, se fueron a ejercer de hebreos en el kibbutz de Gal-On, no lejos de Hebrón. 

Luego Borrell se separó luego de Mayeur y matrimonió con Cristina Narbona, pero supongo que su estancia en el pueblo agrícola israelí le imprimió carácter.

No, no es que Borrell sea islamófobo, Borrell sólo es borrelliano, muy pendiente de la imagen que exhibe y demasiado soberbio para aceptar crítica alguna. Pero el niño es le padre del hombre y el joven Borrell aún tiene en mente el kibbutz Gal-on. Por eso no le encontrarán en el discurso ridículo de una Ione Belarra y su genocidio israelí.

Y es que los judíos son criticables por muchos aspectos, pero cuando alguien ha vivido un episodio de la lucha de este pueblo por la supervivencia... al menos no dice tonterías.   

Borrell, por ejemplo, como buen progre tiene que apoyar el derecho internacional, pero no es tan tonto como para creer en las dos leyendas: los judíos siempre son malísimos y los musulmanes siempre son víctimas.