Ocurrió en Solingen (Alemania)y hasta el presidente socialista alemán, Frank-Walter Steinmeier, ha dicho que no puede permitirse que un refugiado-inmigrante asesine a tres alemanes con un cuchillo y que termine con las fiestas tradicionales y la cultura alemana (Festival de Solingen).

Naturalmente, la reacción de otros partidos alemanes, y sobre todo en la prensa española que narra los hechos, ha sido bien distinta: relatan cómo la ultraderecha aprovecha este pequeño incidente para plantear una política migratoria racista: ¡cómo son los ultras!

A ver, ¿cuántos asesinatos, cuántas violaciones, se necesitan para aceptar que no todos los inmigrantes son refugiados con derecho a asilo y que existe un relación entre inmigración y delincuencia... como no podía ser de otra forma?

En España, sólo plantear ese debate sería tildado de fascismo

Tras los asesinos de Solingen, Alemania, al menos, se replantea endurecer el derecho de asilo. En España el mero hecho de plantear ese debate sería acusado de fascismo y Patxi López con un cinismo sin tacha, saldría lloriqueando que la derecha ha perdido la humanidad y que pretende bombardear a los pobres niños que acuden a España en busca de un futuro mejor.

Mire usted: la emigración es mala por sí misma. Lo que hay que hacer es ayudar a los países pobres en origen, para que esta gente puede realizar su vida en su tierra de origen, sin necesidad de emigrar. 

Ahora bien, si aún así sigue existiendo inmigración, usted sólo debe permitir la entrada a aquéllos que pueda integrar, no soltarlos por las calles, como hace Marlaska sin hacer el menor esfuerzo por enseñarles el idioma y las costumbres de su país y, ojo, al tiempo, obligarles a respetar al país que les acoge. 

¿O acaso creen que, por ejemplo, los musulmanes van a respetar a la mujer española? ¡Si para ellos es una prostituta!