Los tipos de interés se han situado en el 5% en USA mientras en Europa, Christine Lagarde los ha subido hasta el 3,5%. Mucho más importante, habrá que repetirlo, es el hecho de que los bancos centrales dejen de comprar deuda pública y corporativa, sobre todo la primera, fomentando así gobiernos irresponsables que esclavizan a sus ciudadanos con los impuestos necesarios para pagar esa deuda y que jamás reducen -que es lo que tenían que hacer- el gasto público no vayan a perder las elecciones.
Además, si el dinero no vale nada se devalúa toda la economía mundial.
Más consecuencias. Insistimos: no estamos ante una crisis bancaria sino ante una crisi de deuda. El SVB quebró porque compró mucha deuda pública y cuando los tipos se hundieron se pilló los dedos.
Y ahí es donde opera el dos más dos igual a cinco. Ante la inflación reinante, Christine Lagarde y Jerome Powell tenían que subir los tipos para reducir los precios pero, al mismo tiempo sin poner en peligro a los bancos: dos más dos igual a cinco, según el viejo aforismo: siempre que alguien dice que 2 + 2 son seis y algún sensato le corrige asegurando que 2 + 2 son cuatro, surge un tercero que, en pro del diálogo y la moderación, acaba concluyendo que lo democrático es que 2 + 2 sean cinco. En estas estamos.
Pues no. Los mandamientos ante la nueva crisis de deuda que nos asola deben ser estos:
1.El dinero tiene que valer algo. El dinero gratis es un absurdo que devalúa toda la economía mundial. El 5% no está mal.
2.Otra cosa es que la inflación actual tenga otra raíz, que no sea la cantidad de dinero en circulación sino que estamos ante una inflación de oferta provocada por la producción de menos bienes, sobre todo de menos alimentos. Aún así, los bancos centrales han hecho bien en acabar con la era de tipos bajos.
3.Más importante que subir los tipos es reducir la compra de deuda pública y de deuda corporativa. A ver, si de una vez, volvemos a funcionar con fondos propios, no con deuda.
4.Los bancos quebrados deben quebrar. Sin ayudas oficiales de ningún tipo ni a bonistas ni a accionistas. Ni prelaciones ni gaitas. Son inversores, eligieron mal su inversión... pues que paguen las consecuencias. Sólo hay que responder ante los depositantes y hasta los 100.000 euros.