Mañana, miércoles 2 de octubre, el Opus Dei cumplirá 96 años de edad. Camina hacia su centenario y el rumor en el Vaticano -no hagan caso de los rumores vaticanos pero tiemblen en cuanto oigan alguno- es que está a punto de conocerse, para celebrar el cumpleaños la decisión de la Santa Sede sobre el cambio de Estatutos de la Obra.

No nos engañemos: desde que el Papa Francisco emitió el motu proppio Ad charisma tuendum, está en juego el mismo espíritu, o carisma, si lo prefieren, del Opus Dei. 

Lo de menos, o casi, es que el prelado ya no tenga por qué ser obispo, lo de más es la integración de la Obra en el Dicasterio para el Clero, que poco o nada tiene que ver con su espíritu laical.

En la práctica, el asunto es grave, porque se trata de separa a los miembros de la Prelatura de los sacerdotes que les atienden espiritualmente. Hablo de los sacerdotes numerarios. Porque el follón del santuario mariano de Torreciudad prefigura el fin del Opus Dei si no quedan claras un par de cositas. Por ejemplo, ¿a quién obedecen los sacerdotes numerarios de la Obra, que son lo que atienden espiritualmente a los miembros de la Obra, al prelado o al obispo del lugar? 

Los jesuitas están detrás, y delante, del ataque contra el Opus Dei. Si el Opus Dei está en crisis, lo cierto es que la Crisis de la Compañía de Jesús es mucho mayor.

Así que el prelado Fernando Ocáriz se ha encargado de enviar al Vaticano una reforma de los Estatutos donde todo cambia para que nada cambie, mientras arrastra los pies para que las cosas sigan como están, es decir, lo mejor posible.

Y el rumor es ese: que el dictamen de la Santa Sede está a punto de salir y que todo apunta a que va a mantener los miembros del desastroso 'motu proppio': un desastre.

Dicho esto, ¿la andanada de la curia vaticana contra el Opus Dei llega en el mejor momento? Ni de coña. Llega en el peor, porque la Obra también está sumida en una crisis, no de la profundidad de los jesuitas, pero también muy potente con reducción de vocaciones.

La obra de hoy quiere ser aceptada por el mundo, lo que a su fundador le hubiese importado un pimiento. No obstante, el que tuvo, retuvo y la formidable labor del Fundador, José María Escrivá y de su continuador, el Beato Álvaro colocaron el listón muy alto, Y tampoco hace tanto: San Josemaría falleció en 1975, el beato Álvaro en 1994. El que tuvo, retuvo y guardó para la vejez.

En cualquier caso, atendamos al paradigma de Torreciudad, donde un obispo se empeña en mandar en el santuario mientras los fieles huyen del santuario mariano oscense... porque ya no manda el Opus Dei. Pues hombre todo parece indicar que la Curia vaticana puede conseguir la meta soñada por algunos: enterrar lo que no funciona y destruir lo que funciona.

Es muy sencillo: los jesuitas quieren acabar con el Opus Dei. ¿Francisco quiera pasar a la historia como el Papa que permitió esta barbaridad?