Recuerden: Polonia y Hungría son los dos únicos países con gobiernos que se mantienen fieles a sus principios -también llamados valores, aunque me gustan menos- cristianos dentro de una Europa que es hija del cristianismo.

Por eso, este vídeo merece la pena. En unos pocos minutos, Orban demuestra quién es, más allá de la masoncilla propaganda de Bruselas y su grito de "Dios sobre todo, todo por Hungría", es una filosofía que merece la pena… en un primer ministro húngaro. 

Pero es que, además, Orban razona su grito. Asegura que, al igual que Budapest paró al comunismo soviétivo -hombre, Víctor, ahí te has pasado- no lo paró pero fue el primero en rebelarse, lo pararían veinte años después, los polacos en general -y un polaco en particular llamado Karol Wojtyla- ahora será Hungría la que detenga la venenosa ideología de género a las puertas de sus colegios.

Y encima tiene la valentía de enfrentarse a George Soros, todo un multimillonario filántropo y uno de los puntales del Nuevo Orden Mundial (NOM). Y con buen humor, que es como hay que enfrentarse a este hijo de satán, como dirían en Castilla la Vieja.    

Y no, ni Polonia ni Hungría deben marcharse de la Unión Europea. Por eso, el resto de países, todos ello muy democráticos, han decidido, no la expulsión, sino chantajearles y expulsarles. O sea, los valores europeos a los que se refiere nuestro ministro Manuel Castell, el mismo que suelta pavadas como la de que los europeos necesitamos o hijos o emigrantes, a elegir. 

Estos deben ser los nuevos valores europeos que no comparten ni polacos ni húngaros. Y refleja la idea del progresista Castell sobre los inmigrantes: gente que aprende habitualmente y a los que debemos animar a abandonar su patria para que sus hijos paguen nuestras pensiones. Lo cual es imposible y racista.

Pero a la Europa degenerada le gusta ver el mundo invertido. Por ahora, sólo han salido del armario Polonia y Hungría. Esperemos que haya alguno más. Porque Europa, no lo olviden, será cristiana o, sencillamente, no será.