He dejado pasar unos cuantos días, e incluso entrar ya en el año nuevo, para después de oír las muchas y diversas opiniones en prensa, radio, televisión, y otros medios, sobre el discurso de Navidad de SM Felipe VI, actualmente monarca reinante en España, dar la opinión de un español común a ese discurso.
Majestad, en primer lugar agradecerle su felicitación y buenos deseos para éste año que comenzamos, y le deseo lo mismo para Vd. y toda su familia.
Dicho lo anterior y en relación a su discurso, felicitación o alocución, como quiera considerarlo, me ha parecido muy pobre e insulso, teniendo en cuenta los momentos que vivimos y la situación por la que atraviesa España, sobre la que Vd. Reina y ejerce, o debe de ejercer, la jefatura del Estado. La mayoría de él lleno de lugares comunes y buenos deseos; sobre todo deseos espléndidos.
Señor, no voy a extenderme mucho, solo reflexionar sobre unos párrafos que me han parecido, con todo mi respeto, que son dignos de esa reflexión. Nos dice SM:
“Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral.”
¿Es al pueblo al que dirige estas palabras? ¿O es a quienes tienen responsabilidades y obligaciones por ser quienes gobiernan, hacen las leyes, o administran justicia a los que van dirigidas? Aquellos que juran o prometen cumplir – ellos los primeros – y hacer cumplir la Constitución, la primera de la leyes, siendo ejemplo en el ejercicio de su cargo de integridad pública y moral. Y si no lo hacen, ¿quién tiene la obligación, y el deber de exigir que lo hagan? Primera reflexión.
“La Constitución ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad.”
¿Cuántas de las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido, y seguimos viviendo, no han venido y vienen derivadas por la falta de respeto, de reconocimiento y de la deslealtad hacia la Constitución que su Majestad invoca? Hemos terminado el año con la aprobación de los PGE, donde se ha vuelto a transgredir la Constitución de forma torticera. ¿Qué puede hacer el pueblo? ¿Quién debería pedir responsabilidades a aquellos que lo hacen? Segunda reflexión.
“Ese gran proyecto de transformación lo simboliza y representa nuestra Constitución, con la que nos integramos plenamente en las modernas democracias occidentales y cuyo espíritu nos convoca a la unidad frente a la división, al diálogo y no al enfrentamiento, al respeto frente al rencor, al espíritu integrador frente a la exclusión; nos convoca permanentemente a una convivencia cívica, serena y en libertad.”
¿Dónde ha quedado el espíritu de la Constitución, y de la concordia que dio origen a la misma? ¿Quién nos ha llevado a la división – que se va acentuando cada día más -, al enfrentamiento, al rencor? ¿Y qué decir de la libertad, que ha sido conculcada, tal como ha sentenciado el TC, por la mala utilización de las leyes y de la Constitución? Porque si el espíritu no se respeta, ¿de qué vale la convocatoria? Tercera reflexión.
Por último: “Y nuestro futuro como país va muy de la mano de la Unión Europea; así lo entienden mayoritariamente los españoles.”
¿A qué país se refiere; al país vasco, al país catalán o los países catalanes…? Lo primero que debemos corregir, si queremos curar los males que nos aquejan después de estos más de cuarenta años de democracia, es el lenguaje. Y Señor, Vd. puede ser el primero en hacerlo, cambiando país por nación, o reino, que es lo que es. Evitando confusiones o ninguneos. Y lo mismo pasa con el español, en vez de castellano… El castellano, pasó a llamarse español cuando se convirtió en la lengua de toda España, o mejor dicho de las Españas. Carlos I logró hacer del español una lengua universal. En la transición se realizó un acto de generosidad al poner en la Constitución castellano en vez de español. Generosidad que ha sido traicionada, como es evidente.
Y de Europa que decir. ¿Qué futuro nos espera de una Unión Europea, en la que cada uno mira solo por sus intereses, y que ha sido incapaz, en los 65 años que va hacer desde sus inicios, de constituirse en unos Estados Unidos de Europa? Que han perdido los valores fundacionales de la propia Europa y las naciones que la componen. Y que sus dirigentes y jueces nos ningunean siempre que pueden y no nos respetan. ¿De verdad piensan eso la mayoría de los españoles? ¿Qué es nuestro futuro? Cuarta reflexión.
“El rey, colocado por encima de los partidos, no teniendo nada que esperar o temer de sus rivalidades y sus vicisitudes, su único interés, como su primer deber, es observar vigilantemente el juego de la máquina política con el fin de prevenir todo grave desorden. Esta vigilancia general del Estado debe corresponder al árbitro”. (Prévost-Paradol.)
El Rey no gobierna, pero reina. Majestad, nuestra Constitución, que tanto nos costó redactar, le da las suficientes potestades como para demostrar a la nación, su reino, de que Vd., sabe reinar y defiende a su pueblo, cumpliendo y haciendo cumplir esa Constitución. A la postre, fue lo que juró al ser proclamado rey de España.
¿A qué o a quién teme, Señor?