En 2024 se implantará en España el pago por uso en las vías de gran capacidad -autopistas y autovías-, aunque el Gobierno, que lo ha incluido en el plan de recuperación y resiliencia remitido a Bruselas, aún no ha aclarado cómo lo llevará a cabo. El Ejecutivo, por si acaso, afirma que aprobará el nuevo modelo siempre y cuando haya consenso.
Mientras tanto, continúa el goteo de tramos de autopistas de peaje que dejan de serlo tras la decisión del Gobierno de no prorrogarlos. Los últimos, 475 kilómetros de la AP-7 y de la AP-2, lo que, según TVE, es una “buena noticia para los conductores”. Y como colofón a la buena nueva, el Ente Público argumenta que “ahora serán costeadas por el Estado”.
O sea, que a partir de ahora, circular por esas autopistas será gratis porque su mantenimiento correrá a cargo de papá Estado y no de las maléficas empresas privadas que solo buscan forrarse a costa del pobre conductor.
En primer lugar, el dinero del Estado no nace por generación espontánea, sino que sale del bolsillo de los contribuyentes como usted y yo, cuando pagamos los impuestos. Por ejemplo, el de circulación, o los que van asociados a los carburantes. Por lo tanto, las autopistas no serán gratuitas a partir de ahora, sino que seguiremos pagándolas. Con el peaje, pagaban más los que las utilizaban. Ahora todos pagaremos lo mismo.
Y todo para que, al final, la conservación de las autopistas sea peor. ¿Alguien conoce alguna autovía que después de años esté en mejores o iguales condiciones que una autopista de peaje? Yo no. Es lo lógico. Ahora bien, la eliminación de los peajes hará que la calidad de las autopistas se equipare a la de las autovías. Y todas irán a peor porque habrá más kilómetros que sanear con el mismo dinero. O con menos.
La supresión de los peajes no es una buena notica, y menos aún para los conductores.