Es 18 de julio. Hace 82 años que Franco dio un golpe de Estado contra el democrático Régimen de la II República. Democrático, sí, a pesar de sus pucherazos, pero se trataba de una democracia homicida, que asesinaba a quienes se oponían, no ya a la República, sino a los socialistas, comunistas, anarquistas y separatistas, que eran quienes dominaban el cotarro. Es decir, a los ancestros ideológicos de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Kim Torra, Joan Tardá, etc.
Por tanto, si yo hubiera vivido en 1931, en el tiempo en que los escoltas del socialista Indalecio Prieto (en la imagen) asesinaban a José Calvo Sotelo, me habría ido con Franco: ¿no ven que los socialistas te mataban por el mero hecho de ser católico?
Y eso mismo es lo que ahora intenta Pedro Sánchez, solo que con zapatos, porque ya no vamos en alpargatas: ya no se da el paseíllo a los creyentes ni se viola a las monjas, ahora se les condena al silencio y se les somete a escarnio público y penas de cárcel por delitos de odio.
Y conste que el guerracivilismo, no de alpargata, sino de mocasines, ha vuelto: lo trajo Zapatero y lo alimenta un tal Pedro Sánchez.