Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), el título de moda. Esta normativa europea entra en vigor el jueves 25 de mayo para proteger la privacidad del usuario.
No sabemos si protegerá la utilización de datos en una WWW en la que nunca escribimos cartas, sino postales pero lo cierto es que, por el momento lo que sí ha provocado es una histeria colectiva. Entre otras cosas porque nadie sabe cómo aplicar la ley. Y estamos en la víspera, estamos en el caos.
Internet no es una jungla, es libertad
La culpa la ha tenido Facebook, así que la petición de perdón de Mark Zuckerberg a 48 horas de la entrada en vigor es oportuna pero tardía. Y en cualquier caso, presagia el futuro hacia el que caminamos: aquel que quiera influir a través de la red está condenado a regalar, que no vender, su privacidad.
Y sólo quien renuncie a Internet, el canal donde se concentra la libertad de expresión en el siglo XXI y, en resumen desde el cual se influye, podrá tener asegurada su intimidad. Si quieres influir, tienes que estar en Internet.
Pero el método debe ser represivo no preventivo
Se justifica con el ataque a la privacidad y la utilización de datos personales por terceros. De acuerdo, pero Internet no es una jungla, es libertad. El único medio donde un hombre pequeño puede tener la misma influencia que el poderoso. Sólo que el Reglamento exige lo mismo al pobre que al rico, es más, exige más al primero, porque posee menos medios.
Pero el método debe ser represivo no preventivo.
Y si no, que cierren Facebook, que es el culpable.
Y si no, que cierren Facebook, que es el culpable
La red no es una jungla, es un paraíso de libertad. Ahora bien, intentar proteger la intimidad igualando a grandes y pequeños es lo de siempre: la igualdad de los desiguales es otra desigualdad.
Una norma absurda que va a provocar el caos.