Como aseguraba aquel policía polaco del estalinismo: “hombre yo no soy muy religioso pero me sorprende el ateísmo obsesivo de algunos de mis compañeros: tal parece que el mismo Dios les ha comunicado que Dios no existe”.
Pues hoy, décadas después de caído el comunismo, en España no contamos con viejos polacos, pero sí con nuestro Indiana Jones particular: me refiero a José Luis Arsuaga, el hombre del yacimiento de Atapuerca, que, no desde el comunismo, pero sí desde el cientifismo, que es mucho peor, ha recibido la visita del Padre Eterno, quien, formalmente, le ha comunicado que Dios no existe. Ya saben: no es Dios quien ha creado al hombre, es el hombre quien ha creado en Dios, una frase redonda, que recuerda a aquel otro ateo, un médico norteamericano que acudía a ver al Padre Pío, el de los estigmas, y le espetó:
-No creo en sus estigmas. Lo que a usted le ocurre es que estaba tan obsesionado con la Pasión de Cristo que le acabó saliendo.
A lo que el Padre Pio respondió:
-Claro que sí, hijo, ahora piensa intensamente que eres un buey y ya verás cómo te salen los cuernos.
Lo de Chesterton: “Lo que a todos nos asusta es un laberinto que no tenga centro. Por eso el ateísmo no es más que una pesadilla".
Añadan este ramillete de frases plúmbeas de Arsuaga: “No queremos ser extraterrestres, queremos ser Brad Pitt". "No creo que la inmortalidad esté a la vuelta de la esquina". Y luego, la aportación de cretinismo vanidoso: "El problema al que se enfrenta el ser humano es el de los que no queremos ser el promedio, los que somos los raros".
Decía Chesterton que “Lo que a todos nos asusta es un laberinto que no tenga centro”. Por eso el ateísmo no es más que una pesadilla. Porque el hombre no puede construir desde la nada o acaba en el vértigo permanente".
No es agradable.