Asia Bibi, la cristiana condenada a muerte en Paquistán por blasfemia, finalmente absuelta, aunque a la espera de recursos, teme por su vida. Y no es de extrañar. Todos los fanáticos musulmanes (no muchos, apenas 9 de cada 10 mahometanos) se han lanzado a la calle pidiendo su cabeza, su abogado ha huido del país porque su vida también corre peligro y no parece que el Gobierno esté dispuesto a enfrentarse al fanatismo por defender a esta cristiana.
Asia Bibi no ha pedido asilo político en España, sino en Estados Unidos, Reino Unido y Japón. ¿Por qué será?
Recuerden que para un musulmán la blasfemia consiste en creer en Cristo mientras que para un cristiano consiste en insultar a Cristo. Por eso, tiene sentido defender a Bibi y no tiene ningún sentido que el cristófobo Pedro Sánchez suprima en España la blasfemia de toda norma punitiva. Bibi nunca insultó a Adán mientras en España el Gobierno protege a quien insulta a Cristo y ofende a los cristianos.
La acusación contra Asia Bibi, años en prisión, fue una patraña desde el comienzo. Y ahora se preparan para asesinarle fuera de los tribunales.
A lo mejor porque España es un país de mayoría cristiana donde el presidente del Gobierno felicita el Ramadán a los musulmanes, pero no la Semana Santa a los cristianos
Asia Bibi ha tenido que pedir asilo porque su vida y la de su familia (para los islámicos la guerra es cosa de familia) corren peligro, pero, miren por donde, no lo ha hecho en España, país cristiano por antonomasia (o al menos lo era), donde casi el 70% de la población se confiesa católico. Piensa pedirlo en Estados Unidos, donde gobierna el pérfido Trump, en Reino Unido –un país virtualmente ateo– y en Canadá, con el ridículamente peligroso Trudeau al frente.
España es un país curioso, donde una minoría poderosa persigue a una mayoría silenciosa
No en España. Es natural que no lo solicite en este singular país de mayoría católica. España es un país de mayoría cristiana donde el presidente del Gobierno felicita el Ramadán a los musulmanes, pero no la Semana Santa a los cristianos.
Y ‘más peor’: España es un país curioso, donde una minoría poderosa persigue a una mayoría silenciosa.
A la postre, lo que queda claro con el caso de Asia Bibi es que no somos lo que comemos, como dicen los imbéciles, sino que somos lo que creemos. Nuestra vida depende… del sentido que le demos a nuestra vida. Para los cristianos, depende de Cristo. Lo que, traducido al ámbito político, significa que en el país donde no hay libertad religiosa, no hay libertad e ningún tipo ni se puede calificar de democracia. Sencillamente.