- Ni el mismo Dios puede violentar la libertad humana.
- Por tanto, el aviso, el milagro y el castigo bien podrían evitarse.
- Las palabras claves son dos: conversión y confianza en Cristo.
- "Os volveré al tiempo en que erais indigentes".
Relevaciones de Jesús a la madrileña Marga, ama de casa y madre de cuatro hijos, sobre la situación actual de la Iglesia.
-"
¿Cómo os lo digo hijos míos? Es que ya, aunque bajara a cada uno de vosotros, delante de él, en persona, iba a creer. Que ya no creen en nada y tentado estoy de abandonarles a su suerte".
Aviso, milagro y castigo. Es la sucesión de prácticamente todas las revelaciones en esta etapa fin de ciclo y, en especial, de las apariciones marianas. Por partes.
Sobre el aviso: se trata de la 'última' oportunidad para convertirse. Al parecer,
hablamos de una especie de examen de conciencia individual pero al que se verá sometida toda la humanidad y donde, 'nos veremos tal como somos'. Un buen susto, pueden creerlo.
¿Cuándo? "Viene pronto", pero mejor no se devanen los sesos:
nadie sabe lo que es pronto para Cristo. No, lo que anima a personas con discernimiento a confiar en estas revelaciones es su coherencia interna y externa, precisamente con el Evangelio.
El
milagro. Hecho extraordinario pero, sobre todo, un día para la conversión, el "día de mi Gran Milagro", escribe la dactilógrafa Marga. Ahora bien, "
esa será la última oportunidad que se dará al mundo para cambiar". Si el examen y la manifestación extraordinaria no bastan, llegará el
castigo.
El castigo no es inevitable porque nada es inevitable, dado que
el hombre es libre. Puede evitarse si existiera algo parecido a una conversión masiva, la palabra de moda de la
teología actual, la tela con la que Dios teje el futuro del mundo. Es más "
estos castigos, no son determinantes ni fijos. Son condicionales. Dependen mucho de vuestra reacción y de vuestra capacidad de cambio y de conversión". Siempre la libertad humana por delante, esa barrera que ni Dios mismo puede franquear.
Ahora bien,
no parece que la respuesta más sensata del hombre consista en retrasar su conversión a la espera de acontecimientos, dado que "
a España, en concreto, le azotará una gran desastre y una cruenta guerra civil". O, como me comentaba un sacerdote amigo: he visto a algunos
morir blasfemando.
"
En todo el mundo habrá pestes, epidemias, enfermedades, ocasionados por las carestías alimentaria y sanitaria. Os volveré al tiempo en que erais indigentes".
Y para los amantes de hacer historia de todo lo cotidiano: "
después de este periodo terrible, que puede durar alrededor de tres años, vendrá el castigo de fuego, terminando por aniquilar todo lo que no es de Dios".
Y
esto es lo que siempre ocurre con las profecías: las sientes tan imposibles como probables. Imposibles por indeseadas pero muy probables, no para los lectores usuales de la Biblia sino para todo aquel que lea periódicos o contemple los titulares del telediario.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com