Comienza el viaje del progre Joe Biden por la Europa progresista. Excluye a España del periplo, no porque no estemos en decadencia y el continente sí, sino porque a Biden lo hispano le cae gordo.
Es un periplo político anti-Putin, lo que nos lleva a un combate de boxeo entre dos personajes verdaderamente opuestos, el presidente norteamericano y el presidente ruso. Joe es el progre, Vladimir, el anti-progre.
El problema de Putin es que tiene que elegir, no sólo entre el bien y el mal, sino entre optar por un mundo donde pugnan el bueno y el malo o por otro en el que batallan el fuerte y el débil. Y a veces no elige lo primero, sino lo segundo.
Ahora bien, Putin, espejo de Oriente, cree en algo, cree que si lo blanco es bueno, lo negro es malo. Otra cosa es que a veces se decida por lo malo, porque le conviene. Putin puede comportarse como un miserable pero lo sabe. Biden no lo sabe porque es un progresista, es decir, no hace juicios de valor, es decir, se ha convertido en un verdadero idiota.
Biden es progresista: piensa que el martes es mejor que el lunes y peor que el miércoles. ¿Por qué? Porque es martes
El problema de Biden, espejo de Occidente, es que lo mismo le da lo bueno o lo malo: son intercambiables.
Como buen progresista, Biden considera que el tiempo cambia a la gente, cuando es la gente la que cambia al tiempo, que no a tiempo. Para el presidente norteamericano el hombre es mejor el martes que el lunes pero aún será mejor el miércoles, simplemente porque el tiempo pasa. El británico Clive Lewis descubrió que, en materia de virtud, la experiencia es la madre de la ilusión, pero Biden no lee a Lewis.
Y sí, a Biden lo hispano le cae gordo. Lo considera inferior.
Vladimir Putin puede matarte pero no aburrirte que es lo que hace Joe Biden. Y morir todos vamos a morir pero lo que nunca puedes hacer a lo largo de la vida es aburrirte.