- Si quieren hacer un país no deben alumbrarlo sobre un cúmulo de mentiras y de cinismos.
- Artus Mas, Joana Ortega e Irene Rigau saben perfectamente que han desobedecido al TC.
- Se les acusa de algo que puede ser injusto pero sin duda es cierto.
Rigau, consejera de Educación del Gobierno catalán, junto a la vicepresidenta
Joana Ortega y junto a
Artur Mas, acusados de desobediencia grave por organizar la consulta soberanista del pasado 9 de noviembre. Porque claro, un referéndum no se puede organizar desde otro sitio que desde el poder. Por ejemplo, por eso está imputada la responsable de Educación de la Generalitat, si no obligas a los docentes a habilitar centros educativos públicos que hacen las veces de
colegios electorales.
Pero hete aquí que no. Resulta que Rigau dice que no ordenó abrir los centros. Tan sólo, los responsables de los mismos fueron 'informados' de que debían abrirlos y que el resto lo hicieron "los voluntarios". Ya sabe, como el chiste:
-Mi capitán, mi capitán, ¿desato a los voluntarios?
Por tanto,
ni Rigau, ni Ortega ni Mas deberían tener la conciencia tan tranquila como aseguran, o a lo peor es que la tienen muy laxa. Sea como fuere, el caso es que se están comportando como unos cínicos.
Sí, desobedecieron al Tribunal Constitucional (TC) e hicieron el referéndum. No válido pero sí demostrativo. Si quieren hacer un país no deben alumbrarlo sobre un cúmulo de mentiras y de cinismos.
Ahora bien,
ese cúmulo de mentiras tiene mucho apoyo institucional. La verdad es que los que apoyaban a Artur Mas en su declaración (el narcisismo de Artur Mas alcanza cotas de psiquiatra) no eran muchos, y la mayoría políticos profesionales. Ojo, sí lo eran, muchos, los catalanes que salieron a la calle el 11 de septiembre, pero los del jueves 15 sólo eran políticos pendientes de su cargo. Y así, con mentiras y cinismos, no se hace un país.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com