- El calentamiento global se ha convertido en una religión y, además, idolátrica.
- Es la nueva, y peligrosa, religión global. Como diría Juan Claudio Sanahuja, la religión universal sincretista.
- Si el hombre debe estar al servicio del planeta y no al revés, cualquier tiranía es justificable.
- Y encima, la nueva religión se reviste de ciencia… y miente.
- Y el sacramento de la nueva fe se llama aborto.
- Lo de París no es una conferencia para salvar al mundo: es un aquelarre para destruirlo.
No conozco a
Rafael Lozano pero lo cuenta mucho mejor que yo.
La peor manipulación del año 2015 es la Cumbre del Cambio climático. Es lo que se llama una manipulación global. Y ojo, no sería posible si no fuera porque no sufrimos un proceso de contaminación ambiental, sino mental, y un calentamiento, no global, sino de las neuronas, que nos hace aceptar como dogma, no sólo las mayores sandeces, sino
aquello que atenta contra nuestras propias personas.
Porque en París no se está planteando una política ni una estrategia de producción sino una religión.
En Hispanidad, a este nuevo credo le hemos llamado ecopanteísmo. Sólo tiene un dogma, pero es verdaderamente maligno y liberticida: no es el planeta, y el universo entero, quien debe estar al servicio del hombre,
es el hombre el que debe convertirse en esclavo del planeta. A partir de ahí se puede justificar cualquier tiranía o cualquier aberración.
El
ecopanteísmo es, además, una religión idolátrica que se reviste de ciencia. Y miente. Pretende abarcar demasiados parámetros para llegar a conclusiones imposibles.
No se apuren: al final, todas las soluciones de los nuevos profetas del COP21 consisten en reducir el número de personas en el planeta. Es decir, que
el sacramento de la nueva fe se llama aborto.
Lo dice hasta el futuro rey de Inglaterra (algún día llegará), muy preocupado porque en el mundo nacen demasiadas personas y casi ninguna de ellas es hijo suyo. Y si lo dice Dumbo…
Todo ello en un ambiente de agonía, porque estos ecoverdes son
la alegría de la huerta. Y exagerados que no veas. Ejemplo:
La Sexta está muy preocupada por el
cambio climático. Una locutora nos informa que unas 27.895 personas o algo así mueren cada día por la contaminación. Y entonces surge el cronista, todo alegría, que nos explica que si al menos lloviera… Pues tampoco, porque
entonces llovería agua contaminada. Total: no nos aconsejan que nos suicidemos por aquello de no tener que predicar con el ejemplo, pero estamos en ello.
Lo de París no es una conferencia para salvar al mundo: es un aquelarre para destruirlo. Sobre todo al vecino.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com