El obispo Pascal Roland tiene un apellido que evoca la Canción de Roland. Dirige la diócesis de Ars-Belley, al pie de Los Alpes, en la frontera con Suiza, y lugar de ejercicio de Jean-Marie Vianney, el Santo Cura de Ars.
Con ese nombre y esa diócesis tenía que ser un gran tipo. Ha publicado un comunicado sobre el Coronavirus que, en mi nesciencia teológica, resumo así: No voy a cambiar nada. Más confianza en Dios y menos histeria. Pero aconsejo vivamente su lectura.
Monseñor Roland debe pensar que el Sacramentado tiene más peligro de contraer el coronavirus que el oficiante que reparte la comunicación en la mano… y que una discoteca es lugar de riesgo muy superior a una Iglesia.
El obispo Roland, además de creer en Dios, apunta hacia el verdadero temor de cualquier católico actual que vaya un poco más allá de sus narices.
Algunos parecen empeñados en utilizar el coronavirus como un ensayo para el gran ataque contra la Eucaristía… lanzado desde la propia Iglesia
Para entendernos: hacia lo que apunta el Enemigo, vía coronavirus o vía cualquier otra cosa es a la supresión de la Eucaristía. ¿Y qué mejor motivo para suprimir la eucaristía, o para reducirla que una cuestión de salud púbica y/o seguridad?
Este es el gran peligro. Toda la Gran Tribulación gira alrededor del ataque supremo a la Iglesia que es el intento de que, desde la propia Iglesia se suspenda o minimice -o se profane- la Eucaristía. El coronavirus podría ser una ensayo contra la Eucaristía.
Así que señores obispos, señores presbíteros: menos chorradas y a potenciar, la Eucaristía. Con conoravirus o sin él.