No les matan por ser una mujer sino por ser su mujer. La explicación de la llamada violencia de género es muy sencilla: cuando el amor mutuo se convierte en odio mutuo cada sexo echa mano de sus mejores armas. El varón echa mano de la fuerza bruta.
Y ojo, no es la úncia foma de violencia. La injusticia es violencia, el insulto es violencia, la calumnia es violencia, la difamación es violencia, la humillación es violencia. En toda esas violencias no físicas, la mujer pude ser tan dañina, si no más, ya que cada cual y cada sexo tiende a la especialización, como el varón.
Así se mata en España: el 62% de los homicidios son de hombres a hombres; el 28% de hombres a mujeres; el 7% de mujeres a hombres; y el 3% de mujeres a mujeres
Pero hay algo más que me preocupa en esos alardes, ligeramente asfixiantes, de feminismo, que no es otra cosa que machismo con faldas. Me preocupa ese viento de demencia, sembrado aquí y allí y que recientemente una cantante describía así: “Tampoco nos podemos volver todas locas y odiar a todos los hombres”. Oiga: no es mal consejo.