- Señoras generalas de las congregaciones femeninas: menos afán de protagonismo y más ponerse el hábito.
- El hábito no hace al monje, pero sí a la monja. ¿Y la discreción? Mucho más.
- Entre otras cosas porque eso es lo que pierde a la mujer: ser el centro de atención.
- Y porque la grandeza de la feminidad consiste en eso: en mandar sirviendo.
- Cristo se encarnó en forma de varón pero el ser humano más excelso de la historia es una mujer: María.
- Lo que demuestra que Dios es un guasón al que le divierte jugar con los hombres y ridiculizar sus tópicos.
- Pero hay algo que sí me preocupa: el virus feminista inoculado en las religiosas, nada menos que en sus jefas.
- Un virus que ha provocado que las mujeres consagradas exijan al Papa más protagonismo. Deberían pedirle justo lo contrario.
Tengo una familiar religiosa que hace unos 30 decidió quitarse el hábito. Siempre le saludo exhortándole a que lo recupere. Ella responde, seria, que el hábito no hace al monje. "Al monje no -respondo- pero sí a la monja".
Es por molestar claro, pero
lo cierto es que cuando los consagrados y las consagradas se quitaron el hábito la Iglesia perdió y ellos también perdieron.
Total, que el
Papa Francisco recibe en el Vaticano a las generales de las congregaciones religiosas femeninas. Ya saben, los tres misterios de la Iglesia: cuánto dinero tiene un salesiano, qué piensa un jesuita y cuántas órdenes religiosas femeninas existen.
Total, que las jefas de la consagrada, nada menos que las que deben dar ejemplo, ven al Papa y le piden ser diaconisas,
mayor protagonismo en la Iglesia, repartir la comunión y un pirulí de La Habana.
Gran polémica en la que no pienso entrar porque me aburre muchísimo el derecho canónico.
Lo que sí sé que es que
el Papa Francisco es un cachondo. Las generalas le piden más protagonismo a las mujeres en la Iglesia y el Pontífice les responde que va a crear una comisión que estudie el asunto.
Está claro, Francisco es un pistonudo cachondo con retranca porteña.
Porque
Cristo eligió ser varón en su encarnación y porque los sacerdotes son los sucesores de Jesús.
¿Entonces la mujer es inferior? Pues, caramba, el único ser humano sin pecado original, al que se exige una especial veneración, reina de los patriarcas, de los profetas y de los santos… va y es una mujer. Lo cual demuestra que
Dios es otro guasón al que le divierte jugar con los hombres y destrozarles el tópico.
El problema es que la mujer de hoy se ha hecho blandita, muy blandita. No hace más que pedir en lugar de dar. Y
la fortaleza consiste precisamente en eso: en darse y en no pedir nada para sí.
Y esto sí que me preocupa: que las generalas de las congregaciones en lugar de pedirle al Papa menos protagonismo le pedían más. ¿
Que las mujeres pintan poco en la Iglesia? El problema no está en la respuesta sino en la pregunta. No debe formularse nunca. Porque lo propio de una alma consagrada (sea él o ella) es servir, no subir, no acumular cargos ni ordenanzas. Y porque la grandeza de la feminidad, allí donde bate una y mil veces a la virilidad, consiste, precisamente, en mejorar las cosas sirviendo, no ordenando, con el ejemplo, no con la imposición. Y si no, observen cómo se comporta una madre con sus hijos. Al menos, una madre que sea femenina:
siempre pendiente de su hijo pero no le pasa una, nunca le permite que haga lo que no debe hacer. La madre es más recia -al menos suele serlo- que el padre, pero más rígida cuando se trata de formar a sus hijos. Mandar sirviendo.
Creo que
Francisco ha respondido adecuadamente: una comisión de corte paneuropeo. A fin de cuentas, un camello no es más que un caballo pasado por una comisión bruselina. Pues eso.
¿De verdad era necesario que el
virus feminista entrara también en las religiosas?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com