• El homosexualismo no ha logrado convertir el homomonio en un derecho.
  • Aunque el lobby gay sí ha conseguido que se apruebe en muchos países de Occidente.
  • Destacan los fallos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en casos de Austria, España, Polonia, Reino Unido y Francia.
  • El TEDH señala que el Convenio Europeo de Derechos Humanos no obliga a los Estados a regular el homomonio.
A pesar de las presiones del lobby gay, el derecho internacional no reconoce el matrimonio homosexual. Sí, han leído bien. Y es que el homosexualismo, afortunadamente, aún no ha logrado convertir el homomonio (matrimonio entre personas del mismo sexo) en un derecho. Hay que subrayar que el progresismo ha dado un salto de altura en lo referente al gaymonio. Un asunto que cabía plantearse como posibilidad o como derecho, pero a los progres y, sobre todo, al lobby gay, lo de posibilidad les parece muy poco y quieren que se imponga como un derecho. Y gracias a sus presiones han conseguido que el homomonio se apruebe en muchos países de Occidente. Volvamos al derecho internacional, que va cuajando poco a poco. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) no reconoce el derecho al matrimonio homosexual. No es una corte cualquiera, pues depende del Consejo de Europa y aunque no mande (como si hace el Tribunal de Justicia de la Unión Europea -TJUE-) tiene mucho prestigio. En concreto, nos referimos a los fallos del TEDH en varios casos de Austria, Polonia, Reino Unido y Francia. En el último, el pasado 9 de junio falló (aquí puede verse el dictamen) que varios artículos del Convenio Europeo de Derechos Humanos -concretamente el número 8, el 12 y el 14- no obligan a los Estados a regular el gaymonio. Y además, el TEDH asegura que las legislaciones que ignoraban el matrimonio homosexual no vulneraban ningún derecho fundamental. Una muestra más de que el derecho al matrimonio homosexual es un invento del lobby gay, pero no tiene razones jurídicas. Al contrario que el matrimonio entre hombre y mujer que jurídicamente sí tiene su razón de ser: produce niños, que son los futuros contribuyentes y los que mantendrán el sistema. Cristina Martín cristina@hispanidad.com