Como buen futbolero no me preocupan mucho las críticas de quienes consideraban que el fútbol llamaba la atención de las masas ignorantes. Me encantaba y aún me encanta formar parte de esas masas ignorantes que se dejan llevar por la pasión.

Por lo general, esas críticas proceden de mujeres, y las mujeres siempre han considerad la camaradería masculina como una ofensa personal, un robo al tiempo que el varón les debe. Todo muy injusto.

El fútbol es formidable mientras no lo tomemos por un credo. Entonces se convierte en una horterada ridícula
Es más: el fútbol siempre me ha parecido una diversión formidable; la pasión por el equipo un saludable regocijo.

Pero ahora empiezo a pensar que no, sobre todo cuando escucho a mis colegas deportivos, siempre un pelín horteras, hablar del "dios del fútbol". ¿Demasiado, no?

Con los perros ocurre algo similar. Resultan maravillosos cuando se comportan como perros y no les pedimos otra cosa que eso: que se comporten como perros. Cuando los  personificamos, comienzan los problemas.

El fútbol es formidable mientras no tratemos de convertirlo en un credo. Entonces se vuelve antipático o monstruoso.

Sí, estoy pensando en las estrellas del Barça o del Real Madrid pero también en muchos aficionados.

El fútbol es fútbol: sólo eso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com