Tsipras (en la imagen) ha subido el SMI griego desde los 580 hasta los 751 euros al mes. ¡Bien por Tsipras!
Metámonos esto en la cabeza: subir el SMI no dispara los costes laborales, ni ejerce una influencia sobre el arco alto de la escala salarial. Sólo indicia los salarios bajos, al tiempo que evita que el único desastre económico no sea el paro sino también el trabajo con salario de subsistencia. Tampoco dispara la inflación por dos razones: el problema de Occidente ha dejado de ser la inflación y por la razón precitada: afecta a los salarios bajos, no al conjunto de la masa salarial. Además, subir el SMI tampoco desanima a los emprendedores, que es la clave del mañana. Ningún emprendedor se arriesga y se desloma para un salario mínimo. Si eso es todo lo que consigue cierra el emprendimiento. Y subir el SMI tampoco desanima el esfuerzo por mejorar: nadie se conforma con un salario mínimo aunque se sitúe en los 1.350 euros de Francia o en los 1.400 de Alemania… como demuestra la situación en esos dos países. Así que, ¡bien por Tsipras!
Su otra medida de inicio de Gobierno ha consistido en proporcionar electricidad gratis a los hogares pobres. ¡Mal por Tsipras! El trabajo dignifica a las personas, la limosna o la subvención, que es una forma de limosna, sí, amén de que puede acabar en filón para aprovechados.
Una cosa es un bono social para una situación de emergencia y con carácter transitorio y otra cosa proporcionar vías de escape a la gente para que se acostumbren a vivir sin trabajar o sin esforzarse en buscar un empleo o un autoempleo. Lo que no cuesta no se valora, y la energía, como el agua, la comida, la vestimenta o la educación, todo, hay que valorarlo. En el escote común del presupuesto público los vagos se aprovechan de los diligentes. La subvención pública sólo debe concederse a cambio de algo. Por ejemplo, el salario maternal sí tiene todo el sentido del mundo: se paga a la mujer, no por nada, sino por tomarse las serias molestias de concebir, gestar, criar y educar -producir, si lo desean- aquello que la sociedad y la economía más necesita: personas. Pero insisto: la subvención siempre a cambio de algo. Si no quiebra el Estado y lo paga la sociedad, cuando el objetivo del Estado debe ser servir a la sociedad, no servirse de ella.
Syriza es neocomunista y, además, como buen progre, su líder, el amigo Alexis, presume de ateo. No saben lo caro que resulta el progresismo. En cualquier caso, lo que quiero decir es que los neocomunistas no son más que leninistas progres. Por tanto, cristófobos y liberticidas. Demagogos y populistas, también, pero lo más importante del neocomunismo es que ya no pretende la revolución social, que conlleva muchos riesgos: su táctica consiste en, bajo el disfraz de la justicia social, utilizar la democracia para controlar el poder. Una vez controlado el poder tiende, sin freno, a cargarse a democracia Ejemplo: Chávez en Venezuela.
Lo malo para Europa no es que Syriza pague o no la deuda a la Unión Europea. (Que sí, que debe pagársela). Lo realmente peligroso es que el derrotado comunismo haya entrado de nuevo en Europa, por la puerta falsa del neocomunismo. Mismamente por el sudeste por Grecia, uno de los polos fundadores de la civilización cristiana.
Eulogio López
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