- Ni tan siquiera es lo habitual.
- Lo normal es lo que se atiene a la norma. Y la norma es la norma moral, no legal.
- ¿Y si no acepto la ley natural? Entonces te conviertes en planta.
- Y lo normal es que a la gente le guste la Navidad.
- Y si alguien odia la Navidad puede que el problema no sea de la Navidad.
Todo lo que se puede amar se puede odiar, aseguraba Chesterton. Por eso, hay algunos que odian la Navidad.
Ahora bien,
aquí opera una de las confusiones que constituyen una de las grandes tragedias de nuestra época. Provienen, sin duda, de un defectuoso entendimiento de las estadísticas.
Esta considerable catástrofe consiste en
confundir lo normal con lo corriente. Algunas mentes necesitadas, pongamos
Pablo Iglesias, consideran que democracia es lo que piensa la mayoría, por muy cambiante que sea el pensamiento. Y así, la media aritmética pasa por ser el dios que adoran y
la verdad es aquello que adora la mayoría, tan cambiante como su pensamiento.
Chesterton aseguraba que el error básico consiste en pensar que normal significa medio: "
Si sólo hay cuatro hombres en el mundo y uno se ha roto la nariz, otro se ha quedado tuerto, el tercero es calvo y el cuarto tiene una pata de palo, eso no afecta al hecho de que el hombre normal es un hombre con dos ojos, dos piernas, pelo natural y una nariz entera".
Sí,
hay gente que odia la Navidad pero el problema no es de la Navidad, el problema es de índole estadística: no saben lo que es un hombre normal.
Para entendernos:
lo normal no es lo corriente. Para ser exactos,
ni tan siquiera es lo habitual. Lo normal es lo que se atiene a la norma. Y la norma es la norma moral, no la norma legal.
Ya, pero, entonces, ¿
qué ocurre si no acepto la ley natural, lo que está bien y lo que está mal? Entonces te conviertes en planta, que es la
sentencia aristotélica para todo aquel que no acepte el principio de contradicción. Porque la
ley natural, al igual que el principio de contradicción,
no es demostrable, es algo parecido a evidente.
Y hete aquí descrito, en somero resumen, el drama de la Navidad… y de la estadística.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com