La Virgen de Lourdes (lunes, 11 de febrero) cabrea mucho a todo buen agnóstico, porque en el Santuario francés se producen muchos milagros constatables y eso es algo que ningún ateo que se precie puede soportar.
De hecho, toda la modernidad consiste en obligar a demostrar la existencia de Dios según principios empíricos, lo que no deja de resultar una contradicción en origen. Lo malo del milagro -del milagro físico- de la curación inexplicable de una enfermedad es que proporciona una demostración de un poder sobrenatural que supera a los seres humanos.
Si yo fuera ateo, me sentiría muy molesto con la cuestión de Lourdes.