Lo ocurrido en Barcelona el sábado se explica de forma sencilla: a los padres del PNV les salieron hijos etarras; a los padres de Convergencia les salen hijos cederistas. Si desde la niñez inculcas a tus hijos que España es el enemigo y que los españoles son bárbaros algo retrasados, cuando crecen, se hacen de Batasuna y, alguno, etarra. En Cataluña, se hacen cederistas y ya están en la ‘kale borroka’. No descarten cualquier atentado terrorista.
¿Qué esperaban? Si inculcas el odio a los pequeños y conviertes ese odio en su credo vital, los niños, que se empapan de todo, acaban golpeando al vecino.
Recuerden lo que hemos dicho siempre en Hispanidad respecto al problema catalán: los separatistas presumen de que lo suyo es un movimiento pacifista. Pero es que nada hay que genere más odio y más violencia que el pacifismo basado en la injusticia. Recuerden, no hay paz sin justicia.
No hay paz sin justicia y nada genera más violencia que el pacifismo
Y así, tomando la parte por el todo, tomando la expresión pacífica como muestra de justicia, acaban con el gran pacifista moderno: Mahatma Ghandi, el icono del pacifismo contemporáneo que provocó la descolonización más sangrienta de todo el siglo XX, más que la de Israel y Palestina. Y la cosa acabó en lo opuesto a lo deseado por Ghandi: tres países en lugar de uno, uno empobrecido para los restos y los otros dos en tensión, cuando no, guerra permanente.
No es el caso de Cataluña. Jamás se independizará, pero puede ocasionar una guerra civil en toda España; no de dos bandos, sino de todos contra todos.