Lo ocurrido en la Bolsa de Madrid con los bancos, en la sesión del pasado martes 26 no deja de tener su aquel.
A primera hora de la tarde, la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, anuncia que no podrán repartir dividendo hasta el 1 de octubre. No estaba bien formular pero, en cualquier caso, todos entendimos que se prohibía a los bancos dar dividendo de nueve meses sobre 12.
En recta doctrina económica, lo que tendría que haber pasado es que los valores bancarios se hubieran hundido sin remedio. Ocurrió lo contrario.
¿Por qué? Porque evidentemente la banca no atraviesa su mejor momento. Si por ley te obligan a no dar dividendo te están haciendo un grandísimo favor.
Y ojo, el gobierno aseguraba que no hacía más que cumplir las recomendaciones de los reguladores europeos. Es cierto que todo supervisor aconseja prudencia al supervisado en tiempos de banca sin margen. Ahora bien, que un Gobierno convierta el consejo del regulador en norma coactiva. Vamos que, como ayer decía Pablo Ferrer, en estas pantallas, al parecer algún banquero suspiró, aliviado, ante la prohibición.
Pero lo más importante es esta enésima demostración de que las leyes clásicas que movían el mercado bursátil han dejado de existir. La Bolsa parece haberse convertido en un mercado de grandes y pequeños. Los grandes suelen ser ‘hedge fund’ financiados por bancos de inversión y dedicados a hundir la cotización de las empresas y, además, al pequeño accionista, verdadero juguete del primer grupo.
Y encima va el oportunísimo Sebastián Albella y levanta la prohibición de los cortos.
¿En qué mercado bursátil vivimos?