Tras conocerse la sentencia del Procés, la absolución tampoco habría convencido a los indepes. 

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El follón se habría montado igualmente. Recuerden a Ortega: el conflicto catalán es un problema que no se puede solucionar, sólo convivir con él. O como decía un empresario catalán, se trata de un cáncer, pero de un tumor limitado, no mortal.

Pero resulta muy pesado, pesadísimo, cansino.

No favorezcamos el narcisismo catalán. Que sean los mossos quienes repriman a los separatistas

Los separatistas han convertido la independencia en su Dios, en su cosmovisión. Y como esto es un absurdo… con un absurdo no se puede dialogar.

Ahora bien. En el entretanto, ¿es necesario narrar en directo el gamberrismo de los indepes tras la sentencia?

No parece inteligente empujar el peor defecto de los catalanes: su narcisismo, su obsesión porque todo el mundo esté pendiente de ellos. Y que sean los mossos quienes repriman a los propios separatistas.