- En cuanto oigan hablar de 'gobierno mundial', salgan corriendo.
- Bajo el paraguas del Fondo Monetario, el G-20 quiere dictarle al mundo cómo debe vivir.
- De hecho, el primer gobierno mundial es el que forman media docena de bancos centrales. Lo lidera Janet Yellen.
- Lo malo de este Gobierno global no es que los países pierdan soberanía: lo malo es que la humanidad pierde libertad y devalúa su propiedad individual.
- El miedo, mejor, la desesperanza, es la mejor arma de los poderosos contra la humanidad.
Esta chica, la francesa doña
Christine Lagarde (
en la imagen), es que no se corta un pelo. Habla sin filtro.
Reunión de otoño del
Fondo Monetario Internacional (FMI) y del
Banco Mundial (BM). Cuando allá por 1944, en
Bretton Woods nacieron ambos organismos nadie pensó que terminaría con las soberanías de los países. El
FMI, el más importante de ambos organismos, nació como un instrumento antimorosos en el
comercio internacional. Se trataba de cumplir con el
deber ético de pagar las deudas.
Pero ahora no, en la reunión del G-20 del pasado viernes en Washington se hablaba sin tapujos de convertir al G-20, el nuevo núcleo duro del FMI, en un
gobierno económico mundial.
De hecho, ese gobierno mundial, por ahora en la sombra, ya existe. Lo componen media docena de bancos centrales, que son los que realmente gobiernan la economía mundial.
Cuando estos señores, capitaneados por la presidenta de la Reserva Federal norteamericana,
Janet Yellen, a quien nadie ha elegido democráticamente, abren la manguera y empiezan a fabricar dinero
no hay política fiscal, ni de rentas, ni laboral, de país alguno, que pueda resistir la embestida.
Cuando oigan hablar de gobierno mundial echen a correr. Mejor, háganle frente y destrúyanlo. Porque lo malo de este gobierno global
no es que los países pierdan soberanía: lo malo es que con esa pérdida de soberanía nacional, la humanidad pierde libertad y
devalúa su propiedad individual. Para ser exactos, la humanidad no: todos y cada uno de los seres humanos.
Aún así,
supongamos que la globalización fuera buena porque sí, sin riesgos añadidos ni efectos colaterales. Al menos, ¿esa globalización se está llevando bien? Es evidente que no. Los poderosos cada día tienen más poder, es decir,
más capacidad de infligir daño, los ricos aumentan su fortuna, aunque esto me parece menos importante que lo de los poderosos…
y el resto del género humano se ve desposeída de su
pequeña propiedad y, por tanto, de su libertad.
La razón es doble. En primer lugar, fabricando dinero, que es el instrumento de cambio se devalúa toda la
economía mundial. Se devalúa la propiedad y
el individuo se convierte en esclavo de los plutócratas privados y de burócratas públicos. Porque ambos, pueden creerlo,
juegan con el dinero de los demás.
En segundo lugar, en 40 años de globalización hemos liberado el movimiento de capitales y algunos bienes,
pero no hemos liberalizado la mano de obra, el factor trabajo. O sea, el ser humano. ¿O hablamos de inmigrantes?
Sí, la globalización ha resultado globalización de capitales. ¿Y la queremos unir a un gobierno económico global? ¡Como para emigrar a Marte!
Sí,
los poderosos del FMI reunidos en Washington tienen miedo de una revolución mundial de los indignados. A lo mejor
no son muchos los que se hacen la siguiente reflexión, pero sí son multitud los que chocan contra una verdad empecinada: cada día son más pobres y pareciera que toda la humanidad ha sido desposeída, no se sabe por quién.
Los más simples, por ejemplo
los de Podemos, aseguran que por la corrupción. Claro, en sentido amplio, la corrupción es sinónimo de pecado y maldad suma. Por tanto, si existen desheredados es porque alguien se ha quedado con su herencia. Pero
eso es como decir que alguien ha muerto por paro cardio-respiratorio. Como todos.
Ahora bien, si empleamos el término corrupción como
mero mal uso del dinero público por parte de un funcionario o un político, entonces ni el país más corrupto del mundo ha podido provocar el actual
desastre económico, global. No, hay mucho más que corrupción. Por ejemplo que la globalización
ha llevado al desastre económico global.
Y si la humanidad no reacciona ante este embargo global es porque siente miedo y, sobre todo, anda desesperanzada. El miedo es la mejor arma del poder. Y de ese miedo no se sale a lo Podemos, que a fin de cuentas, no forman parte de los plutócratas privados pero sí de los burócratas púbicas. Como los banqueros a los que critican, también los políticos trabajan con el dinero de los demás, con nuestro dinero.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com