- Eso de muchos obispos caminan hacia la perdición no gustó en la Curia.
- Ni al obispado de Santander, aunque a Pablo VI sí le gustó.
- Y está claro que la Virgen se quedó corta.
Ya hemos hablado del pre-estreno de la película
Garabandal, sólo Dios lo sabe, del que sólo discrepo en el título: para mí que la cosa ha llegado a otros oídos que los de Dios. Hay más gente que lo sabe.
Ahora llega el
estreno del largometraje y aconsejo ir a ver esta película sobre unas
apariciones marianas que se encontraron con la negativa feroz de la Diócesis de Santander (ya saben que, en materia de apariciones, el ordinario del lugar continúa siendo el Rey) con lo cual se consiguió lo que no debería haberse hecho jamás: censurar a La Virgen. Garabandal, la gran oportunidad de España, pasó desapercibida en la historia de España.
Los guionistas realizaron un espléndido trabajo, también en lo que se refiere a la madre Conchita, de nombre Aniceta (algo casi mejor que llamarse Eulogio), quien se enfadó con su hija cuando la escuchó las siguientes palabras de Santa María a su hija: "muchos sacerdotes y obispos caminan hacia la perdición y llevan a muchas almas con ellos".
En la etapa 1961-65, Aniceta, que se sentía al servicio directo del párroco del pueblo, es decir, de la Iglesia, no podía comprender tamaña osadía de su hija.
Y hay cronista, tan pérfidamente anticlerical como yo mismo, que sospecha que tras tan rotundas declaraciones, la curia (vaya usted a saber qué curia) se sintió atacada por aquellas cuatro niñas videntes e impertinentes, y se revolvió contra los hechos sobrenaturales de la puñetera aldea de
San Sebastián de Garabandal.
Hoy, medio siglo después, se demuestra que la palabra de la Madre de Dios no se concilia con la realidad: se quedó corta, para mí, muy corta.
Pero bastó para que la Curia, la puñetera curia, como creo haber dicho antes, se revolviese contra las apariciones y redujeran al mínimo sus potenciales efectos evangelizadores.
Ojo, cuando hablamos de curia y de cismas varios hay que aclarar: El obispado de Santander y, en general el clero español,
masacraron a Garabandal, en esta tierra de María llamada España.
Se mostraron remisos a
Garabandal pero no así el
Papa Pablo VI, quien sí creía en Garabandal. Por Garabandal levantó todo el interdicto que pesaba sobre los hechos preternaturales.
Lo que no hizo fue desautorizar a los obispos del mismo modo que
Juan Pablo II y Pablo VI no desautorizaron a los obispos que negaron las apariciones de Medjugorje.
Ante los extraordinarios, ya las apariciones de Garabandal lo son, hay que plantearse las siguientes cuestiones:
1.- ¿Es acorde con el catecismo, es decir, con el Magisterio de la Iglesia o no lo es? Profeta o evidente que diga cosas raras, al hoguera del desprecio.
2.- ¿Me ayudan a acercarme a Dios o me alejan?
3.- ¿El mensaje sobrenatural es alegre?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com