- Lutero inventó la modernidad… y así nos ha ido.
- La reforma gregoriana apuntó contra el cesaropapismo, contra la simonía y contra las faltas contra el celibato.
- O sea, que necesitamos otra reforma del mismo signo. Ya mismo.
Además de a
San Beda el Venerable, un más que curioso e interesante santo,
la Iglesia celebra hoy a uno de los grandes gregorios. Para ser exactos,
Gregorio VII, el hombre de la gran reforma del clero, reforma que no consistió, y de ahí su actualidad, en permitir a los clérigos que se casaran sino todo lo contrario: que se entregaran a Dios por entero.
Y no es por nada pero salían del siglo X,
probablemente el más terrible de toda la historia de la Iglesia, con excepción del siglo XXI, supongo.
A la gran mayoría de los seguidores de
Lutero, por cualquiera de sus múltiples ramas, don Gregorio no les mola mucho. A fin de cuentas su reforma consistió en acabar con tres males de la Iglesia en aquel entonces y en este ahora. El cesaroapapismo,
la excesiva dependencia del poder político, la simonía, o concepción de la Iglesia como empresa (reparen en la Iglesia anglicana) expendedora de gracias con su debida
contraprestación y la liberación del clero del duro yugo de la soltería. Contra todo eso luchó
Gregorio VII y puso firme tanto al poder político como a los curas laxos… por decir algo.
Los protestantes crean la modernidad -así nos ha ido-, que viene a establecer la
sospecha de Dios y acaba por convertirse en la
sospecha perpetua sobre el hombre. Lógico.
Por la misma,
el luteranismo se cargó la esperanza, es decir,
la confianza del hombre en Dios. Negaron la inspiración divina del canon (libros que componente la Biblia) y, claro, se vieron obligados a recurrir a elementos subjetivos tales como la belleza de los textos, su fuerza para atraer a Cristo, sus sublimes enseñanzas, etc.,
o las del propio lector: la provocación de sentimientos elevados, iluminación, etc.
Todos ellos elementos subjetivos que no provocan la certeza de la fe -confianza- en Cristo.
Lo dicho,
que vuelva Gregorio VII. También por lo del celibato de los curas, que los progresos están muy pesaditos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com