Programa de RTVE dedicado a la Unión Europea. Hablan de Polonia, naturalmente, mal. Ya se sabe que los polacos son el pueblo más católico de Europa. Por tanto, son unos ultras.
Se entrevista a una ristra de personajes que compiten en resaltar la tendencia extremista del Gobierno de Mateusz Morawiecki, como candidato del partido Ley y Justicia, que ha arrasado en las elecciones, vaya usted a saber por qué. Ni un solo testimonio, en efecto ni uno solo, ni del Gobierno polaco ni de ningún ciudadano pro-Gobierno que, a tenor de lo votado en las precitadas elecciones libres, constituyen mayoría en Polonia.
Simplemente, tienen un ideario cristiano y, por tanto, son unos fascistas que constituyen un verdadero quebradero de cabeza para Europa. En sus ratos libres, los tales fascistas tumbaron el comunismo en toda Europa, con unas armas potentísimas: la palabra de un Papa y con el buen hacer de un sindicato.
Lo mismo ocurre en España con Vox: el Gobierno asegura que son ultras. No, no son ultras: son cristianos. Malos cristianos, de acuerdo, pero cristianos
Es grave que Televisión Española no ofreciera el micrófono ni a un solo defensor de la postura opuesta cuaado estaba acusando a un país socio, supuestamente amigo, de vulnerar la democracia y dañar a Europa. Calificó al país como “quebradero de cabeza” de Bruselas… aunque si nos atenemos a la atmósfera reinante en Bruselas a lo mejor estaba elogiando a Polonia.
Y eso que la tesis del reportaje consistía en ‘demostrar’ que el gobierno de Varsovia atentaba contra la democracia, soportada por valores “europeos”… que desde la descristianización de Europa nadie sabe cuáles son. Bueno, eso sí, en Europa reinan los valores bursátiles.
¡Tiene bemoles, la copla!
La persecución a los cristianos ya ha comenzado, de forma pacífica, luego con la ‘violencia’ de los tribunales, finalmente, con la violencia física
Cambio de escenario. Rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del pasado viernes 22. La portavoz del Ejecutivo, insigne Isabel Celaá, acusa, una novedad, a Vox, de ultraderechista. Antes decían que por inconstitucional. Como eso ya no cuela, dado que Vox defiende la Constitución del 78, aunque, como todo el mundo, pretenda modificarla, Celaá asegura ahora que Vox es ultra porque “ha roto los consensos” democráticos. Por ejemplo, Vox se niega a aceptar la injustísima ley contra la violencia de género, por la que el varón puede ser expulsado de su casa y encarcelado sin diligencia ni prueba alguna, por la mera acusación de la mujer. Pues bien: si no aplaudes eso eres un ultra.
Es la gran victoria del NOM y resulta extraordinariamente peligrosa: la doctrina cristiana es ultra, la fe cristiana es puro fascismo. El Nuevo Orden Mundial (NOM), la progresía global, ha conseguido que el católico, por el hecho de ser católico, es un individuo perseguible. A partir de ahí, se puede condenar a cualquier cristiano por cualquier cosa y, ojo, se está creando un ambiente de barra libre para el ninguneo, la marginación y/o la persecución, también violenta del creyente. Por el mero hecho de serlo.
Una vez creado el ambiente oportuno, los progres tienen todas las bazas para perseguir a los cristianos, primero de forma pacífica, luego con la violencia de los tribunales (cuyas decisiones son coercitivas), por ejemplo con los delitos de odio. Finalmente con la violencia física.
Resumiendo, Polonia es el país más católico de Europa. Por tanto, es avasallado por Bruselas e insultado desde España: son fascistas.
Y la solución es… la coherencia
Lo mismo ocurre en España con Vox: el Gobierno asegura que son ultras. No, no son ultras: son cristianos. Malos cristianos, de acuerdo, pero cristianos. Por tanto, son fascistas y deben establecerse un cordón sanitario respecto a ellos Esto es, deben ser perseguidos.
Insisto, si eres católico eres un ultra. Es la gran victoria del Nuevo Orden Mundial (NOM), que impele a la persecución de los cristianos por razón de su fe.
Y la solución contra esta marea está, como siempre, en arriesgar, en la coherencia. Obligar al tirano progre a encerrarte hasta que cunda el sentido del ridículo… hasta en los progres.