Tiene toda la lógica -económica y nacional- que Hispasat quede vinculado a la empresa pública Red Eléctrica (REE), por su importancia estratégica, tras la compra a Abertis del 89,68%. No han tenido ninguna lógica, sin embargo, los engaños del presidente de REE, Jordi Sevilla (en la imagen), que se descolgó primero de la operación, insistiendo en que la actividad del operador de satélites se desviaba de los objetivos del grupo, y ahora diga todo lo contrario, que es un “salto cualitativo”.
De una posición, a la contraria, en fin, algo que boquiabierto a cualquier regulados de terceros países, básicamente porque lo que debe brillar en una negociación de ese calibre es la transparencia -son empresas cotizadas-, no la mentira.
La estrategia de Sevilla ha sido la contraria: poner en cuarentena, primero, las conversaciones iniciadas por su anterior en el cargo, José Foldago, que los accionistas (de REE o Abertis), después, se crean la mentira.
Sevilla ha pasado de frenar la compra a marcarse el tanto de que todo era para bajar el precio
Y ahora, todo ufano, el exministro socialista (con Zapatero) dice encima que se trataba de una estrategia calculada para bajar a 949 millones el precio que pusieron sobre la mesa ACS y Atlantia, los nuevos dueños (1.250).
Todo para no reconocer abiertamente que el que ha impuesto la compra ha sido el Gobierno, que ha jugado al despiste en el mientras tanto, dicho sea, al despiste sobre la insignificancia de que Hispasat pasara a manos extranjeras.
El desenlace la operación se ha ajustado, en cualquier caso, a la única opción razonable. Hispasat es una empresa estratégica para el Estado, por un lado, porque tiene dentro a Hisdesat, de la que dependen las comunicaciones vía satélite en el ámbito de Defensa, las Fuerzas Armadas y los departamentos de Interior y Exteriores. De ahí la participación del 10,32% del Estado en Hispasat.
Por otro lado, el Gobierno, no sólo es el principal accionista de Red Eléctrica (20%), sino que manda también en Hispasat (10,32%), como es lógico, y por eso nombra a su presidente.
Y el Gobierno ha jugado al despiste, abriendo la vía de que Hispasat cayera en manos extranjeras
A partir de ahí, se puede considerar otras cuestiones que afectan directamente a la compra de Hispasat o sus satélites, que son una buena herramienta para la seguridad del Estado, pero no un gran negocio. En ese campo, como en tantos, juega lo global más que lo local, con un operador mundial líder, Itelsat.
Se da la paradoja, encima, de que en contra de los que decía hace semanas Sevilla, Hispasat sí encaja en la estrategia de REE para ser un gestor de infraestructuras de telecos -como la red de fibra óptica de Adif, que compró por 500 millones- y compensar- el recorte de los ingresos regulados.