• Para vivir se necesita que la vida tenga sentido.
  • El universo digital no es la división sino la multiplicación: más datos en menos espacio y a más velocidad.

Miguel Temboury (en la imagen), subsecretario de Economía y Competitividad, es uno de los abogados del Estado de la promoción calificada como La Gloriosa. Interviene en Santander, en el seminario sobre economía digital. Lo primero que me llama la atención es que confiesa su incapacidad para hablar con power point, un sistema de pensamiento aborrecido por cualquier filósofo (esto demuestra que los subsecretarios también pueden ser gente inteligente). Quizá por ello, Temboury fue el único que humanizó una convención donde el común denominador es el empeño generalizado en evocaciones cuasi mágicas sobre un concepto como la digitalización, que no puede considerarse un ídolo salvo que queramos convertirnos en esclavos. Concretemos: recordaba Temboury lo importante que resultó en la evolución del género humano la invención del cero como concepto. Porque contemplado con ojos de nativo digital "la base decimal de nuestro sistema resulta muy limitada: sólo es divisible por el 2 y por el 5". Entonces, ¿por qué se ha impuesto esa base digital?: "por los dedos -nuestros dedos- que son 10". Y el sistema binario del mundo digital, ahora llamado digital, consiste "en transferir grandes volúmenes de datos a ceros y unos". El subsecretario recuerda la famosa viñeta de Mafalda, cuando le apaga el televisor a su hermano Guille y el bebé intenta mirar por el enchufe para seguir disfrutando de la programación. Cuando se entera Manolito, responde: ¡qué tonto, con lo pequeñas que llegan las figuras por el enchufe! En efecto, aunque a mí me sigue gustando más el viejo ejemplo de "El Desafío Mundial", de Jean-Jacques Servan-Schreiber, porque lo asombroso del universo digital no es la división sino la multiplicación: más datos en menos espacio y a más velocidad. El mundo digital se define con su ejemplo de lo que ocurre si doblas un folio cincuenta veces sobre su canto. ¿Qué altura tendrá la figura resultante? Los más osados se atreven a aventurar que tendría la altura de una mesa. Lo cierto es que sobrepasaría la distancia entre la Tierra y la Luna. En definitiva, el mundo digital es el mundo de la progresión geométrica frente a la lineal progresión aritmética. Ahora bien, no le pidamos a lo digital lo que no puede darnos. En primer lugar, la digitalización sirve para hacer cosas, no para concluir cosas. Esto es, sirve para producir, no para vivir. Para vivir se necesita algo mucho más importante que una máquina, un sistema o una aplicación, algo más que la empresa 4.0, o el quíntuple play: se precisa una razón para vivir o, lo que es el mismo, se necesita darle un sentido a la vida. Y ya conocen lo de Víktor Flankl: si tienes un porqué para vivir acabarás encontrando el cómo. La economía digital existe, no es una coña, pero la humanidad no puede vivir en un universo digital: se asfixiaría. Eulogio López eulogio@hispanidad.com