Todos los casos de corrupción, afecten a quien afecten, se están exagerando en España, país degenerado donde no importa la venganza sino la justicia.
Hasta ahí la maldad. Luego está la estupidez. La estupidez por ejemplo, de Pedro Sánchez y Susana Díaz, jugando a don limpios: aseguraron que cesarían a cualquier alto cargo en cuanto fuera imputado, en lugar de cuando fuera condenado. Y ahora se han pillado las manos.
A ver: el Supremo llama a declarar, en calidad de imputados, a Manuel Chaves (en la imagen), José Antonio Griñán, Gaspar Zarrías y la plana mayor socialista de la Junta de Andalucía. Y entonces Sánchez, visiblemente cabreado, asegura que no han sido imputado por delito alguno. Susana Díaz repite lo mismo, mientras ambos aseguran que el listón sigue donde estaba.
Entonces viene el ministro de Justicia, Rafael Catalá, y asegura que a nadie se le imputa por ningún delito. Y para finalizar, ese prodigio de la claridad expositiva que es el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, asegura que era la única forma de llamarlos a declarar. O sea, la tercera vía entre el enroque socialista y la mala uva popular. Pero bueno, señor Lesmes, ¿para que existen los móviles? Y si el Supremo tenía que pedir el suplicatorio, pues que lo pida. O esta imputado o no lo está. Y si la ley permite que lo esté pero no lo está entonces hay que cambiar la ley. ¿O no sabe que usted que está jugando con el honor de las personas?
¿Saben quién está feliz con tanto leguleyo? Pues Mariano Rajoy. Si finalmente el juez Ruz decide imputarle por el caso Bárcenas -su gran temor- el muchacho alegará lo mismo que Chaves, Griñán, Díaz o Sánchez: que espera al Suplicatorio, o a un delito concreto, o a…
Eulogio López