La frivolidad crea famosos, la sabiduría tradiciones. La fama de hoy deriva de las apariciones en televisión, el medio más poderoso y el más frívolo de todos.
Y lo peor de todo es que no es la excelencia la que se convierte en referencia moral de los pueblos sino el famoseo. Ellos, los famosos, son los nuevos profetas.
Lo peor es que los famosos son las referencias modales, además de Internet
Ahora bien, la fama idiotiza, especialmente a la mujer. Los clásicos hablaban de la mujer discreta, no porque pretendieran relegarla sino porque sabían que, por propia naturaleza, la hembra es mucho más capaz que el varón. Nadie les discute ni su lealtad ni su perseverancia, tampoco su creatividad. Pero los clásicos, con menos prejuicios que nosotros y con menos miedo a lo políticamente correcto, sabían que la fama les idiotizaba aún más que al varón, quizás porque éste es más soberbio y no soporta la comparación ni con el resto del famoseo.
En cualquier caso, el personal de ahora mismo arrea codazos para aparecer en la monigotera. Y lo risible es que, cuanto más instruido, más famoso quiere hacerse.
La fama de hoy depende de las apariciones en televisión, el medio más frívolo de todos
Y nada de esto resulta especialmente relevante. A fin de cuentas, el único riesgo consiste en convertirnos en una sociedad de imbéciles.
No obstante, y dado que vivimos con la mente abierta y el espíritu tolerante, conformamos una sociedad de mente abierta, una sociedad de imbéciles e ‘imbécilas’.