• Al parecer, el presidente de un importante país del planeta es aficionado a Satán.
  • De vez en vez, se celebran ceremonias… y desaparecen personas.
  • Aunque el diablo es presuntuoso: exagera mucho su poder. Y no soporta que te burles de él.
  • No puede hacer desaparecer a personas pero sí puede hacer que un personaje importante, que se encuentra a su servicie, utilice a sus matones para… hacer desaparecer a personas.
Prefiero no citar el nombre porque es un nombre demasiado importante y yo no puedo demostrar lo que voy a contar. Ahora bien, confío plenamente en la palabra y en la ecuanimidad (mucho más importante) del empresario español que me contó el sucedido. Clásico viaje de negocios a una importante economía del planeta. Nuestro empresario quiere hablar con el presidente y con su equipo económico. Accede a uno de sus colaboradores con el que, tras una semana de contactos permanente, traba cierta amistad. El asesor no le acaba de ofrecer la cita pero le confiesa intimidades del mandatario. Por ejemplo, la afición de tan poderoso personaje a la magia negra. Incluso le llega a soplar que, de vez en cuando se hacen ceremonias… y alguien desaparece. La magia negra existe, aunque el poder de Satán, señor de la magia negra (la magia blanca no existe) sea un poder absolutamente limitado. Pero el diablo es muy pretencioso y exagera mucho sus posibilidades y su poder. Además, ya recordaba Tomás Moro que el Espíritu orgulloso no soporta que le tomes a coña, que te burles de él. No puede hacer desaparecer a personas pero sí puede hacer que un personaje importante, que se encuentra a su servicio, utilice a sus servicios secretos para… hacer desaparecer a personas. ¿Todo esto es cierto? Mi fuente, desde luego, lo creyó, quizás por esa impregnación inequívoca que se desprende de la verdad. El diablo anda suelto por el mundo, asegura el Papa Francisco. Para mí que tiene razón: suelto y sin bozal. Eulogio López eulogio@hispanidad.com