El materialismo contemporáneo, un tanto tosco pero disfrazado de científico (por ejemplo, en el caso de la neurociencia) se ha empeñado en crear la materia inteligente, ‘grossen chorradem’ entre las muchas ‘grossen chorradem’ amamantadas por la modernidad.
La modernidad ha amamantado muchas estupideces pero esta se lleva la palma
Como no encontraban la forma de concebir un mundo sin espíritus ahora tienden a convertir la materia en antimaterial, en antimateria, si lo prefieren en ‘científico’.
La materia inteligente no existe ni puede existir porque apenas tiene naturaleza, apenas tiene nombre: está en cambio permanente.
Como no hay manera de imaginarse un mundo sin espíritu convertimos la materia en antimaterial (y si cuela, en antimateria)
Pero claro, si aceptas la existencia del espíritu -lo que no cambia porque no tiene partes- y no hay forma racional de no aceptarlo, te aproximas demasiado a lo espiritual (aunque no es lo mismo) y de ahí enseguida pasas a lo sobrenatural y al Rey de lo sobrenatural: Dios. Y claro, eso no puede ser.
¡Qué tontos somos los cristianos cuando nos acomplejamos ante el cientifismo! ¿Materia inteligente? Una contradicción en sus propios términos.
Resumiendo: el cerebro no piensa. Piensa el hombre, que es mucho más que neuronas: es espíritu
La materia inteligente no existe. La inteligencia artificial tampoco. Son dos entes de ficción, utilizados por el materialismo ateo actual para negar a Dios. Pero de escasa consistencia.
Resumiendo: el cerebro no piensa. Piensa el hombre, que es mucho más que neuronas: es espíritu.