Si el Gobierno hubiera subido el salario mínimo un 22% hasta los 900 euros brutos mensuales (por 14 pagas), la gente con sentido común habría aplaudido. Lo que no tenía que hacer –bastaba con modificar la normativa– era subir, al mismo tiempo las cotizaciones sociales, otro 22%.
Porque entonces, el subidón para el cobrante se queda corto junto al subidón que representa para el pagador. Y la tentación lógica de esto es pasar a la economía sumergida o decirle al currante: te pagaré más, pero te haces autónomo, la seguridad Social te la pagas tú.
Las cifras del paro en enero son malas, las de la Seguridad Social, peores
Por ejemplo, la subida de cuotas -que no de salario, que esta es muy positiva- es letal para las empleadas del hogar, como lo es para camareros, porteros, dependientes, etc… que son las profesiones que se han derrumbado en las cifras de empleo de enero conocidas.
Y así, las cifras de cotizantes se han derrumbado.
Tenemos una ministra de Trabajo y Seguridad Social, Magdalena Valerio, tan progre, que va a llevar a todos los pobres a la economía sumergida. Eso sí, luego tendrán derecho a quejarse.