• Progres de cerebro confuso y corazón vacío empeñados en condenar a la fe por irracional.
  • Cuando para los cristianos, la razón es dogma de fe.
  • Para la modernidad, la verdad no existe. Sin embargo, impone su verdad. Eso sí es fanatismo.
  • Sobre todo, a esos débiles mentales que creen en algo. Por ejemplo, en Dios.
Es inútil. Puede ser letrado o iletrado, inteligente o incapaz, pero la cabra siempre tira al monte y el progre siempre tira a la tontuna, a través de sus dos vehículos favoritos: cerebro confuso y corazón vacío. El reconocido escritor Vicente Molina Foix (en la imagen) escribe en El País "El Mal moderado". Les resumo el contenido del artículo. Primero: la religión es cosa de débiles mentales. Segundo: equidistancia. Esto es, existe el fanatismo islámico y el fanatismo católico, ambos en paridad de estima e igualmente vergonzantes. Punto número tres: todas las religiones deben respetar la conciencia civil y permitir "el vivir libre". ¿Mola, eh? Y luego viene el verbigracia: no se puede permitir que las religiones, por ejemplo, hostiguen el "humanísimo derecho al aborto" (SIC). ¿Comprenden? Lo único que se puede imponer es el vivir libre, que significa, exactamente, lo que el progre quiera que signifique. Pues verá don Vicente: no existe ningún derecho al aborto, porque el aborto es el asesinato del inocente. Segundo: no hay ultracatólicos porque el catolicismo no mata a nadie. El islam, sí, pero el cristianismo no. La equidistancia ente ambos credos resulta tan molesta como la equidistancia del pasado en Euskadi, donde los vascos -tan cobardes durante la época del terrorismo etarra- equiparaban a verdugos y víctimas. En cualquier caso, fanático no es aquel que cree en la verdad: fanático es aquel que sólo cree en su verdad. Y a lo mejor su verdad hasta resulta cierta, pero sólo es una parte de la verdad. Tercero, don Vicente: la libertad no consiste en hacerlos "demócratas aunque tenga que fusilarlos a todos". Por último, respetar las religiones no consiste en no asesinar cristianos en los templos: consiste en analizar qué parte de la verdad, o toda la verdad, existe en los planteamientos cristianos o de cualquier otro credo o convicción. No consiste tampoco en enfrentar fe y razón porque la razón, para el cristiano, es cuestión de fe. Tampoco consiste en distinguir entre dogma y libertad de pensamiento, porque sólo existen dos tipos de personas: los dogmáticos, que saben que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son (Chesterton). En definitiva, don Vicente, no se puede vivir bajo el dogma que le sojuzga a usted: el relativismo ramplón. Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. No porque eso sea cierto sino porque, como todo dogma progre, es una contradicción en origen: si nada es verdad ni nada es mentira ya hay algo que sí es verdad, que es un dogma: precisamente ese, que la verdad no existe y que el hombre no puede encontrarlo. Y mire usted por dónde, don Vicente, justamente ese dogma del progresismo, su dogma, además de falso, es el que ha provocado las peores matanzas de la humanidad: las de la era moderna. Eulogio López eulogio@hispanidad.com